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Aún quedan restos de humedad de la celebración del Día Internacional de los Pueblos Indígenas; en esta ocasión la recomendación de la ONU fue desarrollar temáticas que abordaran al Covid-19 y la resiliencia de los pueblos indígenas. El objetivo es señalar que, en esta lucha contra la propagación de la pandemia, es importante la salvaguarda de los pueblos nativos y sus conocimientos. La vulnerabilidad de los pueblos primigenios del mundo, en especial de Latinoamérica, es evidente: la atención sanitaria es deficiente y de difícil acceso, las tasas de transmisiones de enfermedades infecciosas y cronicodegenerativas son de índices altos, la ausencia de servicios esenciales como agua, luz eléctrica y saneamiento básico es algo común. Otro factor que juega en contra de su integridad es no ser atendidos en su lengua materna en las instituciones de salud. De este modo todo juega en contra de los pueblos originarios.

Los datos indican que los indígenas son el 5% de la población mundial, en contraste ellos protegen el 80% de la diversidad del planeta que en la actualidad se encuentra en peligro por la enorme riqueza material que posee y que la convierte en poderoso imán que atrae a los inversores del capitalismo. En nuestro país el escenario no está para aplausos, las naciones indígenas mexicanas se encuentran en problemas en cuanto al resguardo de la cultura tradicional por la acometida al entorno ecológico causado por megaproyectos u otras intenciones nada amistosas relacionadas con el agua, la flora o los tesoros de la tierra. Los asesinatos a activistas indígenas no se han detenido ni siquiera por la contingencia pandémica.

La pandemia causada por el coronavirus es una tragedia de grandes proporciones en el mundo indígena, no en relación con el número de fallecidos, sino por la calidad de sabiduría de las víctimas. En este mes, sufrimos la perdida de Claudio Centeno Quito, gran valor humano tradicional de la nación Sura de Bolivia. Con él se fue un gran bagaje de conocimiento ancestrales.

Hasta la semana epidemiológica 30 se reportaban 825 indígenas fallecidos por Covid-19, la mayoría corresponde a mayas de Yucatán y Quintana Roo, seguidos por indígenas de Oaxaca, Puebla y el Estado de México. De continuar la tendencia provocaría una verdadera crisis, ya que las víctimas son adultos mayores y en las naciones indígenas los abuelos son depositarios de saberes ancestrales, conocimientos que han logrado la continuidad de la etnia, el aprovechamiento de las plantas curativas y el manejo de los ecosistemas.

Dentro de la incertidumbre hay sucesos que iluminan, por ejemplo los miles de jóvenes que emigraron hacia las costas de Quintana Roo han regresado a sus pueblos y han retomado el trabajo de campo; los ancianos dicen: “Han regresado sobre sus pasos perdidos para reconocerse en lo que son y así no olvidarán de dónde vienen”.

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