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La mejor metáfora icónica de la industrialización -tan deseada por unos y aborrecida por otros- es la locomotora con su cauda de vapor arrastrando a los vagones del progreso. Alrededor de las paralelas de acero del ferrocarril crecieron pueblos que se convirtieron en ciudades atractivas para los inversores industriales o agropecuarios. La mejor evidencia de esta tesis es la depresión en los inmensos talleres de reparación y mantenimiento de los ferrocarriles que corrieron en el sur sureste y hoy se encuentran abandonados y con herrumbre en las entrañas, condenando a las antiguas, bullentes estaciones en incubadoras de desempleados que muchas veces encuentran en actos ilegales su modo de subsistencia.

Esto lo sabe muy bien la dos veces alcaldesa de Puerto Morelos, Laura Fernández Piña, quien se muestra eufórica con la noticia de que su municipio contará con una estación del Tren Maya. El tramo número 5 de 121 kilómetros que corre de Cancún a Tulum en el estado de Quintana Roo, con la bendición de Jiménez Pons, director de Fonatur, donde se anunciaron recientemente inversiones millonarias para el inicio del proyecto benéfico para esa zona costera.

Desde la mirada de género de una funcionaria, este proyecto de vialidad es una oportunidad de lograr consolidar la industria turística en el municipio del cual es autoridad municipal importante. Me he enterado de este hecho porque la noticia ha llamado la atención en los medios escritos y las opiniones son diversas, en razón de que la inversión a realizar en ese tramo provendrá de recursos públicos; los expertos tenían la seguridad de que el único postulante en la licitación para construir ese tramo sería el consorcio Black Rock.

Por lo pronto ya en maqueta se encuentra lo que será la estación de Puerto Morelos, que se halla en consonancia con el entorno ecológico de la región y que entrará al municipio por el sur, siguiendo el trazo de la autopista. Tomando en cuenta la situación causada por la pandemia actual, la noticia es respiro para aquellos cuya economía se encuentra abatida y con escasa oferta de empleos.

El proyecto del ferrocarril en la zona sur sureste es considerado un detonante del desarrollo de la región con mayor marginación y notoria desigualdad social; las obras complementarias son numerosas, como un ejemplo se encuentra la modernización de la avenida Zetina Gasca y el ordenamiento urbano que provocan de inmediato una derrama económica de 123 millones en este puerto caribeño.

Sin lugar a dudas, el proyecto ferroviario de mayor alcance en esta modernidad es uno de los más vigilados tanto por organizaciones ecológicas como sociales y su politización no ha estado fuera de la arena de contenciones, pero indudablemente los beneficios empiezan a dar frutos en esta etapa de inicio de este megaproyecto que camina sobre los rieles de la modernidad.

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