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Alguien le dijo a un compañero de trabajo que le agradaba encontrarlo siempre de buen humor porque eso hacía muy gratificante la experiencia de tratar con él, pues la sonrisa asoma a su rostro de manera discreta pero constante, reflejando siempre cordialidad hacia quien tiene enfrente.

Decía Pablo Neruda que la sonrisa es el lenguaje del alma, también es su reflejo, la sonrisa habla de lo que es el alma, la sonrisa trae al mundo exterior el reflejo de la vida interior; existen sonrisas nerviosas, de burla o desprecio, sonrisas que más que dar vida logran congelar la sangre, hay sonrisas que matan y, aun peor, seres humanos que matan sonriendo. Convirtiendo la sonrisa en máscara tratamos de evitar que contemplen nuestra realidad.

Afortunadamente en este mundo hay mucho bien, mucho más del que imaginamos, hay sonrisas limpias de una conciencia tranquila, sanas porque buscan el bien, contagiosas porque es tal su alegría que solo quieren compartirla, cariñosas porque provienen de un corazón colmado de amor, amorosas ya que del amor se engendraron y hacia él se dirigen.

Uno puede perderse en una sonrisa para siempre porque cura tus heridas, sana tus dolores, aleja la soledad infértil y renueva la esperanza en ti mismo y en el otro; logra esto porque es producida por una alegría interna. Sin duda sonreír es uno de los más altos logros de la humanidad.

Fácil es enamorarse de una sonrisa plena, que refleje todo lo que el corazón atesora, sonrisa que se inicia en los labios y se magnifica en los ojos, con miradas que realmente saben sonreír y logran vibrar de amor entre dos rostros, para acabar sonriendo con el rostro, las manos, el cuerpo entero.

Esta sonrisa se construye en el día a día, la construye quien tiene esperanza en el corazón, confianza en los demás, cree en la bondad y en el bien por sobre todas las cosas; la construye aquel que se ama tanto a sí mismo como ama a los demás. El que ama sonríe, por lo tanto la sonrisa está vedada para los orgullosos, amargados, prepotentes o envidiosos, si acaso esbozarán una mueca, burda imitación de la sonrisa auténtica.

Con una sonrisa compartes con los que te rodean tu riqueza y dicha interior y ésta se traslada, se contagia y se multiplica en los rostros de nuestros semejantes. Tengamos la capacidad de sonreír ante lo no tan bueno, sonriamos ante nuestros errores, tonterías e imperfecciones, entendamos que son parte de nuestra existencia y después de reír un poco de nosotros mismos volvamos al sendero de la construcción de nuestra vida.

Construyamos una vida a base de sonrisas, transmitiendo a través de ellas vida, dulzura y esperanza a los demás; seamos obstinados en sonreír y continuar sonriendo, reflejando en nuestras vidas y las de los demás la gran sonrisa de Dios.

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