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En épocas navideñas existe una predisposición a cerrar ciclos y dar carpetazo a lo que no se pudo lograr en el año que se va. Los villancicos, las luces de colores en las casas y los nacimientos nos ponen en modo Bondad, por supuesto existen los Grinch, pero como dicen, son más los buenos que los malos, entonces comienzan las recolectas de juguetes o cobertores y actividades para aliviar a los necesitados. Todos quieren sentirse Papá Noel. Sin embargo, pasando las celebraciones las virtudes practicadas el último mes del año se olvidan. La única de las tres virtudes teologales que pervive es la Esperanza -bien se dice que es la última que muere-, la espera de que nos vaya mejor, las cosas cambien, tengamos un mejor trabajo, vivamos felices, es la motivación para no morir en el intento.

Pero, ¿dónde quedan la Fe y la Caridad? Muchos dirán que es tema que solo les debe preocupar a los que profesan alguna religión, porque la misma semántica nos remite a los sermones dominicales de los curas y en parte es verdad, la Biblia se las apropió ocasionando que se piense que si no se es católico no tienen que entrar en el repertorio. Antes de Cristo las virtudes las proponían los filósofos, incluían fortalezas como la Justicia, la Templanza, la Gentileza, la Audacia, la Ciencia, incluso el Arte. La lista de características que deben poseer los seres vivos inteligentes, ha cambiado en las diferentes etapas de la humanidad de acuerdo al enfoque de quien las propone, lo cual las relativiza y subjetiviza, cada quien podría tener su propia enumeración de virtudes y estaría bien. Eso explica que la Fe y la Caridad no figuren en las motivaciones cotidianas de algunos.

Creer es sinónimo de Fe y dar de Caridad, si bien no las practican todos, en el caso de la Esperanza parece ser inherente a la supervivencia, perderla podría llevarnos a la muerte. En su manera más pura, los resultados de las virtudes debieran de ser positivas, sin embargo, pueden desencadenar situaciones catastróficas, esto no quiere desalentar su incorporación en el inventario de buenas intenciones. El 14 de febrero de 1974, fecha que se dedica al Amor en todas sus formas y manifestaciones, se estrenó la película: Fe, Esperanza y Caridad, dirigida por el yucateco Alberto Bojórquez Patrón, Luis Alcoriza y Jorge Fons Pérez. La estructura narrativa cuenta tres historias independientes para cada de las virtudes. Una esposa violada, un hijo y un esposo muerto, son el saldo rojo de la trilogía. Si bien la Esperanza es, como dije antes, necesaria para sobrevivir, en la película es precisamente esta virtud la que lleva al protagonista a la muerte en el intento. La reflexión es la dualidad, todo tiene un lado luminoso y otro oscuro.

Más allá de las listas propuestas, el libre albedrío nos da posibilidad de conformar el conjunto de virtudes que nos hagan crecer para alcanzar la plenitud que nos lleve a la autorrealización. 

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