Tercer aniversario del rebose del acuífero
Juan Vázquez Montalvo: Tercer aniversario del rebose del acuífero.
Se ha hablado sobre que las inundaciones dejan un gran número de problemas y daños en los lugares donde afectan, pero en nuestra bella tierra del faisán y del venado por carecer de ríos superficiales y de lagos presumíamos que eso nunca nos iba a ocurrir hasta antes del año 2020, ya que el suelo kárstico se caracterizaba porque toda el agua que caía se infiltraba al subsuelo rápidamente.
Sin embargo, no se contaba con que nuestro acuífero tenía una cierta capacidad de almacenamiento limitada y sólo se necesitaba un detonante para comprobarlo, ya que ni en las historias de los mayas y de la colonia se hablaba de inundaciones por agua subterránea, lo que sí se indicaba era de encharcamientos, o sea, inundaciones por agua que no lograba infiltrarse en el subsuelo por ser demasiada.
En 2020 presenciamos lluvias de tipo bíblico, como las que ocasiono la tormenta tropical “Cristóbal”, a principios de junio, dejando acumulados de 600 litros por metro cuadrado, incluso pese a que veníamos de una sequía intensa, provocó la altura de 4 metros en el nivel de agua subterránea a la alza y en la parte sur del Estado pequeños ríos de gran caudal que inundaron las urbes, y en casi toda la entidad, provocaron encharcamientos de magnitudes sólo vistas desde el huracán “Isidore”, en el 2002, generando cascadas en los cenotes de la zona oriente.
Cuatro meses después, cuando el agua subterránea sólo había disminuido un metro su nivel en forma natural, llegó la tormenta “Gamma”, y tres días después el huracán “Delta”, fenómenos que dejaron un acumulado de 300 litros por metro cuadrado entre ambos. Lo que fue suficiente para que el agua subterránea subiera 2 metros más, hasta alcanzar un nuevo nivel 5 metros con 20 centímetros, sucediendo lo que jamás nos hubiéramos imaginamos: rebosó nuestro acuífero, o sea, todo los niveles de terreno quedaron absolutamente inundados, no con agua de encharcamiento, sino con agua subterránea, y como en el terreno de Yucatán la cota de nivel va de mayor a menor, de sur a norte hacia la costa, pues lugares cercanos esa zona con cota de 5 metros o menor tuvieron inundaciones del acuífero, siendo grandes áreas del noroeste, norte y noreste de la entidad. Lo que incluyó zonas exclusivas habitacionales del noroeste y poniente, y regiones que se encuentran al norte de la ciudad de Mérida.
Lo anterior representó un problema mayúsculo, porque drenar el agua subterránea es como querer bajar el volumen del mar: un imposible. Se podrá achicar, o sea, tratar de ganarle al volumen aportado por agua subterránea, pero al poco tiempo el nivel del agua volverá a su normalidad, y lo único será esperar a que el agua subterránea haga su trabajo y que deje de llover, porque el agua no sólo es la de la zona inundada, sino también la que viene de lejos en su camino subterráneo al mar.
A tres años de aquel suceso que nadie quiere recordar, actualmente el nivel del agua se encuentra a 1.70 msnm (dato de la Empresa ODISE EMPRESARIAL) de los 5.20 msnm que se alcanzó en octubre del 2020, y la pregunta es: ¿volverá a suceder? Pero por supuesto que sí, siempre que se den las mismas condiciones de acumulados de altura de lámina de agua del año 2020.