Perdernos para encontrarnos
Miguel Ángel Sosa: Perdernos para encontrarnos.
El FOMO o miedo a perderse algo, que proviene del inglés “Fear of Missing Out”, es un fenómeno bien conocido que refleja la ansiedad de no estar involucrado en experiencias que otros disfrutan. Sin embargo, en contraparte surge el JOMO, el gozo de perdernos algo, también del inglés “Joy of Missing Out”, que promueve una actitud más saludable hacia nuestras elecciones de vida.
JOMO se centra en la satisfacción personal que obtenemos al escoger no participar en cada evento o tendencia social. Esta actitud comenzó a popularizarse como una reacción al ritmo acelerado y a menudo abrumador de la vida moderna, impulsada por las redes sociales.
Adoptar el JOMO puede ser liberador; nos permite reconectar con nuestros verdaderos deseos y necesidades. En lugar de correr detrás de cada plan, nos invita a valorar nuestros momentos de soledad o las actividades que realmente nos llenan.
Este enfoque tiene el potencial de mejorar nuestra salud mental. Al reducir la presión de “estar en todo”, el JOMO ayuda a disminuir el estrés y aumentar nuestra autoestima, alineándonos más con lo que genuinamente nos hace felices.
El JOMO también fomenta relaciones más auténticas. Cuando optamos por actividades que resuenan verdaderamente con nosotros, las conexiones que establecemos son más significativas y menos superficiales.
Sociológicamente, el JOMO puede alentar una cultura de mayor aceptación hacia la diversidad de intereses y ritmos de vida. Esto puede llevar a una mayor tolerancia y entendimiento entre diferentes grupos sociales.
Una de las mejores formas de cultivar el JOMO es practicar la mindfulness o atención plena, que nos enseña a apreciar el momento presente sin lamentar lo que no estamos experimentando.
Además, establecer límites saludables con la tecnología es esencial para disfrutar del JOMO. Esto incluye limitar nuestro tiempo en redes sociales, lo cual puede disminuir la comparación constante con los demás.
El JOMO nos permite redescubrir pasiones y hobbies que habíamos dejado de lado por tratar de seguir el ritmo frenético de compromisos y expectativas sociales.
Finalmente, el JOMO no es sólo un acto de elección personal, sino una propuesta para un cambio cultural hacia una vida más centrada y satisfecha. Al adoptarlo, no sólo mejoramos nuestro bienestar individual, sino que contribuimos a una sociedad más compasiva y menos exigente.