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“El hombre que no está ocupado en nacer, está ocupado en morir”. Esta frase hoy nos quema los labios, para ver si este domingo de pandemia, en que resucitó Jesús, ¿resucitamos con él o seguimos muertos?

Mes de abril, segundo mes de pandemia. Bueno es hacer un autoanálisis para ver si hoy resucitamos con Jesús, y ver si ¿el coronavirus es para nosotros muerte o resurrección?

Debemos entender que todos somos creadores de algo: de un hogar, de un negocio, de una actividad, de una nueva vida, de una mentalidad positiva ante esta pandemia del coronavirus. Porque no solo es vivir, sino hay que injertar la alegría de vivir en nuestros semejantes. Tal vez en tu cara solo se ven gestos tristes y pesimistas. ¡Cancelado! Hay que ser positivos y generar alegría, optimismo y amor.

Para resucitar hay que hacer las cosas, no buscar excusas para no hacerlas. Podríamos quitar la palabra problema ante esta pandemia y poner la palabra oportunidad, porque en esta vida todo es según la forma en que lo afrontemos. Tal vez hoy creas que te va mal y la desgracia te muerde los talones. Pero hay que entender que “para que las cosas mejoren tienen que empeorar”.

Resucitar es levantarse después de cada caída, en vez de buscarle explicaciones al fracaso. No hay que decir fracaso, hay que decir “experiencia de vida”. Fracasar es no volver a intentarlo; hay que trazarse una meta de éxito y alcanzarla a pesar de todos los obstáculos. “Nos asombra ver una persona que luche, sonría y sea positiva en esta pandemia, y no nos avergonzamos de nuestro asombro”.

Ese Cristo que resucitó, hoy nos grita que tengamos fe y no perdamos el optimismo. Que tengamos un plan de vida para luchar contra lo negativo y lo pesimista que llevamos en la mente. Esto es un plan de entrega, de vivir para servir.

Sí, hay que pensar que tenemos la pandemia, pero la pandemia no nos tiene a nosotros. Porque entenderemos el éxito en nuestras vidas cuando tengamos algo en dar, algo que amar y algo por qué luchar, aun en la desgracia y en el infortunio.

Resucitar es ser hombre nuevo, es admitir un error, pero ¡no volver a cometerlo! Todos tenemos pagos, problemas, enfermedades y errores, es malo no tener errores. Somos seres imperfectos, pero perfectibles. Los únicos que no tienen pagos, problemas y enfermedades ¡están dos metros bajo tierra.

Para resucitar, hay saber qué tenemos que hacer ¡y hacerlo! Hoy la vida te grita que seas feliz: con el coronavirus, sin el coronavirus y a pesar del coronavirus.

Esta cuarentena te va a dar más convivencia con tu familia, más dialogo y aceptación en tu vida. Tanto en lo espiritual, en lo económico y en tus sueños, anhelos y esperanzas. No me digas que no puedes, querer es poder. “No me digas cómo lo vas hacer, dime cómo lo hiciste”. Es una buena frase para que la compartas con tu familia y con todos los seres que hoy están contigo en esta lucha.

En esta pandemia, Dios nos invita a dejar todo eso que nos quita la vida y nos hace ser pesimistas, derrotistas y pregoneros del mal. Hoy, Domingo de Resurrección, tenemos que resucitar con Jesús en una nueva vida, más plena, más creativa y más optimista. Porque resucitar es levantar el espíritu, es soñar en futuras empresas y luchar por conseguirlas pronto.

Tal vez el coronavirus te ha hecho creer que eres un cadáver ambulante con el sudario puesto. Hoy te puedes liberar de la muerte que aún no llega, pensar firmemente que no va a llegar y empezar a vivir tu vida, y vivirla en plenitud.

Resucitar es estar naciendo cada día de esta cuarentena con alegría, optimismo y amor; es comprender que tenemos que cambiar en nuestras vidas, y cómo debemos de vivir nuestra nueva vida para que valga la pena vivirla con entrega, servicio y generando bienestar.

¿Coronavirus, muerte o resurrección? En cada uno de nosotros está la respuesta. Para tener mente positiva y optimista hay que cuidarnos, permanecer en nuestra casa y siempre seguir adelante. ¡Ánimo, lo vamos a lograr!

Necesitamos personas que resuciten todos los días, que resuciten a una nueva vida de amor, de servicio y de entrega, que estén ocupados en nacer y no en morir. Eso te lo pide Dios, lo exige México y lo necesita tu familia.

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