Esperando el momento perfecto

Sergio F. Esquivel: Esperando el momento perfecto.

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Tengo que admitirlo, soy un melómano irreparable. No soy músico, pero amo la música. Desde muy pequeño fui expuesto a todo tipo de melodía y tengo muchísimos recuerdos de mi infancia vinculados a canciones del Chavo del 8, de las ardillitas de Lalo Guerrero o incluso de Capulina. Con el paso del tiempo mis gustos cambiaron y empecé a escuchar otro tipo de cosas. Cuando cumplí 15 años estaba absorbido por el Heavy Metal, mi pobre familia tenía que soportar todas las tardes de horas enteras de música muy violenta a un volumen muy alto. Tuve la enorme fortuna de que mi padre un día regresó de un viaje con un regalo muy especial: traía para mí un paquete de discos con música de diferentes estilos y autores; desde una antología de Lennon a otras como Bob Marley, Genesis, Peter Gabriel, Sting, Billy Joel y Elton John. El último de los discos era “The Wall”, de Pink Floyd.

Para mí fue un momento importante porque ese regalo cambió mi atención musical a un sentido mucho más amplio. Muy pronto me había vuelto fan de todos esos músicos -nuevos para mí-, con una sola excepción: Pink Floyd. Algo pasaba que no hice clic, lo escuché muy poco y lo dejé en el fondo de un cajón. Yo sé que Pink Floyd es una leyenda de la música, pero la realidad es que en ese momento sentí que no estaba listo. Pasaron muchos años y siempre que alguien me hablaba de Pink Floyd pensaba lo mismo: algún día llegará el momento de volver a intentar.

No sé si alguna vez te ha ocurrido algo similar, pero siento que tenemos una tendencia a postergar las cosas hasta que llegue el momento perfecto para hacerlas; voy a comenzar a hacer ejercicio, pero hasta el lunes para que sea toda la semana. Comenzaré a generar contenido para las redes sociales de mi empresa, pero hasta que compre una cámara profesional. Escribiré ese libro del que he hablado tanto, apenas me libere un poquito del trabajo en la oficina. Voy a echar a andar esa idea de negocio, apenas la economía del país mejore y pase la crisis. Le diré que la quiero cuando llegue el momento perfecto…

¿Llegará algún día ese “momento perfecto”? Supongo que es factible. Sin embargo, eso no quiere decir que esperar a que esa probabilidad se cumpla sea siempre la respuesta correcta. A lo largo de mi vida he dejado pasar muchas oportunidades esperando un momento perfecto que nunca llegó. Pero también he sufrido descalabros por correr con la prisa de un caballo desbocado detrás del objetivo.

¿Cuál es el mejor camino a seguir? Francamente, no lo sé. Un lluvioso domingo de agosto, varios años atrás, me llegó un momento perfecto. Pude escuchar “The Wall” nuevamente y me sumergí por completo en el resto de la extensa y rica obra de Pink Floyd, la cual disfruto con frecuencia hasta hoy.

La paciencia puede ser cura o veneno.

Te escribo esta columna a manera de terapia para aclarar la mente mientras estoy en espera del momento perfecto, para completar planes que me tienen muy ilusionado. ¿Valdrá la pena la espera? No tengo ni idea, pero ya te contaré…

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