La NEM y el fortalecimiento del magisterio

Verónica García Rodríguez: La NEM y el fortalecimiento del magisterio.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

“ El maestro luchando también está enseñando” es uno de los lemas que se escucharon en las manifestaciones magisteriales que iniciaron previo a las elecciones del 2 de junio; y, es verdad, el maestro nunca deja de enseñar ni tampoco de luchar.

La función del maestro va más allá de únicamente desarrollar estrategias didácticas durante la clase y aplicar calificaciones. No deja de ser docente al término de su horario porque existe un compromiso que no está escrito en las leyes generales del trabajo ni en ningún contrato colectivo.

Sin embargo, pocos conocen y reconocen esta función del maestro. Cuando se habla de calidad educativa, generalmente hacemos referencia al concepto implantado desde el neoliberalismo que se enfocaba en estadísticas, en el que se hablaba de logros académicos como sinónimo de número de aprobados.

Es fácil recordar las pruebas Enlace y PISA, en las que México quedaba por debajo de los estándares educativos y el modelo a seguir era Finlandia. Pero, si revisamos el modelo finlandés nos daremos cuenta de que el eje principal de su sistema es el maestro, cuya posición de respeto se refleja en su salario y condición de vida. Por supuesto, esto le permite al docente enfocar sus energías a su capacitación constante, innovación y desempeño.

Por lo contrario, en México, muchos maestros trabajan por horas, las cuales se encuentran repartidas en diferentes escuelas, lo que les implica trasladarse, a veces viajar de un municipio a otro, o cambiar de residencia sin el sustento mínimo. Los nuevos contratos no contemplan pago en vacaciones ni continuidad laboral, además, de cobrar su sueldo meses después de haber comenzado a laborar.

Es verdad que los maestros de base tienen una mejor condición, pero en Yucatán perciben el sueldo más bajo del país, a pesar de tener la canasta básica más cara de México.

Asimismo, las carencias de los espacios educativos, obliga a los maestros a trabajar en condiciones adversas. Los maestros mexicanos, como muchos de América Latina, han tenido, incluso, que implementar espacios alternativos para el aprendizaje: el Palacio Municipal, el parque y otros. Con todo esto, la política neoliberal responsabilizó a los docentes de la baja calidad educativa, acusándolos de flojos y retrógradas.

Hoy, la Nueva Escuela Mexicana (NEM) devuelve a los maestros la confianza de adaptar los contenidos y estrategias a su contexto, les devuelve el reconocimiento del dominio de su profesión; desde luego, llevará tiempo para que los maestros y la comunidad reaprenda a ejercer ese poder.

Durante la lucha magisterial de los últimos días hemos visto un magisterio empoderado, libre y autónomo, en el que tomaron decisiones colegiadas en un sistema de asamblea implementado de forma natural en cada escuela. Esto manifiesta una generación de maestros maduros, conscientes de su poder en colectivo y también de sus derechos como trabajadores de manera individual, respetando la libertad de elección del otro.

La NEM tiene sus bases en la Pedagogía del oprimido, que anuncia, como diría Freire, un proceso de liberación. La semilla está sembrada, abonada por los tiempos de cambio, y los maestros son un termómetro del rumbo que pueda tomar la política educativa mexicana, que apunta —confiamos— al fortalecimiento del maestro como eje del cambio.

Lo más leído

skeleton





skeleton