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Transeúntes en la tierra del olvido, expulsados de su propio terruño, van los oprimidos recorriendo, con el pesar de los días y los tiempos, las calles segregadas pretendiendo saciar el hambre y las deudas impuestas por las corporaciones-monopolios, despojados de aquello que producen con su fuerza de trabajo; arrojados a la tragedia humana en el baile de la farsa, van los proletarios sobrevivientes del exterminio llamado “modernidad”, mujeres y hombres, que con su trabajo edifican las ciudades-comunidades, producen la riqueza y sostienen las sociedades.

Los aldeanos que simulan dirigir las naciones y sus estados se burlan de las condiciones de vida popular-obrera, jugando al reacomodo de la vida humana cual si fuera una simple pieza en el tablero. El ajedrez de la economía-política muestra los aires electorales y oportunistas de las partes relacionadas, gobierno y empresarios-burguesía, saborean el negocio de la “postpandemia”. La reubicación de los paraderos del transporte público, la colocación de maceteros, las reparticiones de folletos, los conos que asemejan velas en el sendero de la muerte son únicamente el simulacro dantesco de la tragedia venidera, de nada en lo absoluto sirven para solucionar un problema de muchas décadas y cuyo remedio no es otro que una reforma integral que incluya costos, rutas, sueldos, distancias, perspectiva ecológica, traza urbana razonada, nuevas unidades y mayor tecnología, el fin de los monopolios y una profunda revisión anticorrupción. Se necesita, en suma, la estatalización del transporte público y su reorganización considerando las necesidades de los trabajadores y las trabajadoras, reconocimiento de que lo visto hasta hoy únicamente es simulacro de intereses que disfraza el arraigado desprecio por los proletarios de estas tierras.

Si creyéramos que los “poderosos” despertarán al bien común restituyendo lo enajenado, reconociendo lo inocuo de sus discursos y lo equivoco-inhumano del capitalismo que defienden, sería implantarnos una mentira como verdad, esperando el resurgir de la razón de la misma raíz torcida que ha dado como fruto el árbol gris de su teoría. Lo concreto es que ahora, como ayer, en nada sirven los adornos cortesanos si buscan encubrir la realidad, se expulsa al proletario y se le discrimina, ¿acaso no se sabe que un plástico entre asientos en un camión saturado es una trampa mortal? Se aplica nuevamente una doble discriminación, pues el problema del transporte no se reduce a la capital, está en toda la entidad y requiere en los municipios-poblaciones las mismas medias esbozadas líneas arriba.

El despojo tiene muchas formas, en estas fechas se efectúa uno de sus rostros, la reconquista burguesa de las zonas proletarias y populares tiene fechas anteriores, la excusa momentánea es la pandemia, pero la proyección es duradera, el turismo se ha convertido no sólo en una industria, es el escudo de la privatización de los espacios públicos urbanos-rurales, así como de la riqueza natural-cultural de las entidades. Yucatán no escapa de la usura sistémica, véanse los mega-proyectos celebrados arriba y padecidos abajo. Lejos de las exageraciones, presenciamos la puesta en marcha de un plan que acrecentará, si se permite, la condena de los proletarios y los sectores populares en sus propias tierras y ciudades.

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