Casi no escuchamos a los mandos del Ejército y Marina en este sexenio, salvo datos esporádicos sobre la conformación y despliegue de la Guardia Nacional o algún evento castrense. El lunes, sin embargo, durante el informe del Gabinete de Seguridad, dieron un diagnóstico y respondieron cuestionamientos sobre la estrategia de seguridad.

El secretario de Marina, José Rafael Ojeda Durán, habló de la dificultad que se tiene para cubrir todos los eventos de violencia, incluidos ataques entre delincuentes y que repercuten en civiles: “Tratar de evitar que entre ellos se maten es mucho muy difícil”, dijo el almirante en la “mañanera” del presidente, concretamente sobre ataques en su tierra, Sonora. “Muchas agresiones donde han sufrido familias, hijos, esposas, hermanos, etcétera, son parte de la delincuencia organizada”, indicó el marino.

El secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, reconoció que en los “últimos tiempos” se ha incrementado la violencia en Sonora y se ha recrudecido la confrontación entre organizaciones criminales que buscan el control del territorio o bien la administración de rutas para el trasiego de drogas. En varios municipios, dijo, inició la depuración de elementos policiacos para poner un mando único en esa región, y adelantó que la meta es dar resultados positivos, palpables en los primeros tres años.

El secretario de Defensa, Luis Cresencio Sandoval, dijo que en México este año disminuyó un 88% el grado de letalidad, gracias al cambio de estrategia para combatir a la delincuencia. “Se busca que las tropas no violenten los derechos humanos de la población. Ahora tenemos más heridos y detenidos que muertos, porque los asesinados en enfrentamientos están a la baja. En la ley del uso de la fuerza se dice lo que debemos hacer y cuál es la fuerza que se debe emplear”, afirmó el general confirmando así que el gobierno no está combatiendo de frente a los delincuentes.

Pero ese día, a esa hora, ocurría la masacre de 14 policías en Aguililla, Michoacán, estado cooptado por diversos grupos; se conocería la emboscada horas después de que Alfonso Durazo dijera que ya había un punto de inflexión en la seguridad, pero que los resultados tardarían en llegar. AMLO solo lamentó los hechos, aunque abundó más sobre el enfrentamiento de delincuentes y el ejército en Topochica, Guerrero, precisando que un soldado con metralleta había abatido a los “malos”.

De nueva cuenta, la realidad abatió los discursos oficiales y atizó la hoguera de las redes sociales para detallar las masacres desde que inició este gobierno, en Veracruz, Morelos, Jalisco, Tamaulipas, Sonora, además de Michoacán y Guerrero. Y mientras, la Guardia Nacional no logra encuadrar en el esquema, porque el general Cresencio Sandoval dijo algo en lo que pocos repararon: El grado de letalidad se relaciona con el adiestramiento, se ofrece cada 6 años, “es una disciplina” en la defensa; un mal adiestramiento genera bajas.

Y los hechos también parecen contradecir a Durazo: “Vamos a pacificar al país sin uso de la violencia, es perfectamente posible”.

Anexo “1”

Cayó Romero Deschamps, ¿quién sigue?

La renuncia obligada de Carlos romero Deschamps a la dirigencia del sindicato petrolero, que por 26 años detentó, es una señal más de que el gobierno en turno va en serio contra la corrupción. Sin embargo, falta un dirigente clave cuya cabeza pide un vasto sector de la población, sobre todo los trabajadores mineros: Napoléon Gómez Urrutia, aunque se ve muy lejos, dado que fue traído por el presidente López Obrador, reivindicado desde Canadá, para ofrecerle un escaño en el Senado y asegurarle seis años de impunidad.

Aún está muy lejos el fin del sindicalismo a la mexicana, que ha sido consentido, prohijado y hasta exaltado por los gobiernos en turno, pues llegó a un punto en que los dirigente (como fue el caso de Fidel Velázquez en la CTM) daban el visto bueno para los candidatos presidenciales del partido hegemónico de entonces, el PRI. Esto les ha permitido a los líderes, nacionales y estatales, perpetrarse en el poder y amasar fortunas a costa de los trabajadores.

Y no olvidemos el caso del director de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett Díaz.