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Caminando por los pasillos impregnados de historia y tradición, emerge un sentimiento de emoción que forja la llave de la puerta que conecta el pasado con el presente, la magia con lo terrenal y la cultura con la nostalgia. Así es la Hacienda Sotuta de Peón, un monumento edificado con esfuerzo y que día a día rinde homenaje al Yucatán de nuestros antepasados, aquél cuyo esplendor continúa escrito tan firme como la ceiba, pero tan dulce como el xtabentún.

Caminando con asombro y en compañía del eco, retumban los cantos de las bellas aves del Mayab sobre las paredes de la casa principal que alberga recuerdos y secretos. Cada objeto se encuentra cargado de añoranza y de días enteros donde el sol emerge con tenacidad y se oculta en silencio entre las pencas de henequén. Es ahí entonces, en los bastos campos de oro verde de esta hacienda, donde con el cultivo de esta prodigiosa planta, se sigue tejiendo la semblanza de éste sitio que con dedicación y constancia ha logrado crear una fusión entre el ayer y el hoy situándonos en el centro del tiempo, atrapados en un viaje donde nuestra esencia humana en el ahora se queda a la entrada, permitiendo que los sentidos palpen la vida de la que la antigüedad fue testigo silencioso y cuya leyenda retorna al ritmo del galope del caballo, que con gallardía, transporta en un truck a testigos de la grandeza de este lienzo henequenero.

Sotuta de Peón es más que una brecha en la cronología, es un ícono yucateco cuyos cimientos fueron erigidos en el amor de la familia que continúa siendo el motor que impulsa la grandeza del lugar junto con el timón de la amistad, logrando juntos con ahínco, un engranaje perfecto. Es también un baúl de historias de éxito y lucha ante la adversidad, sabor de hogar en cada uno de sus platillos, conexión a otro mundo a través de su cenote donde los sueños emergen de las profundidades, pasión por la vida en cada una de sus veredas y paz del alma en la contemplación de sus paisajes. Es entonces cuando ésta combinación provoca un hechizo que detiene los segundos mientras se escurren como gotas de miel para adentrarse en la memoria al mismo tiempo que marcan un nuevo ritmo en el corazón.

Cuando la belleza se perpetúa, la imaginación se expande y se trae una vez más a la vida símbolos que son pilares de cultura, podemos decir entonces que lo mágico se traduce en historia. Así es Sotuta de Peón, una joya edificada sobre un anhelo que respira usanza y exhala innovación. Es el retrato perfecto del Yucatán, que, con el trabajo inquebrantable de los hombres de campo, vio nacer la gloria que hoy en día sigue escrita en cada fibra de henequén que une el abismo de los siglos y los transforma en realidades. Por ello es esencial la preservación de éste legado que deja huella en el espíritu, para que con el pincel del tiempo sigamos pintando con colores la majestuosidad de Yucatán.

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