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Uno de los aspectos de importancia a considerar en la administración de los inventarios radica en saber determinar el punto exacto de reordenamiento de mercancías; es decir, no se trata de hacer los pedidos de manera aleatoria, ocurrente o condicionados por los proveedores.

El reordenamiento de mercancías se debe realizar considerando entre otros puntos las existencias, unidades consumidas al día y los días que se demora el proveedor en hacer llegar el producto a la planta. El reordenamiento de mercancías no es tarea fácil y es una de las actividades que más impactan en la reducción de costos de inventario para las empresas.

Por otro lado, se deben establecer estrategias de protección ante el desabasto de mercancías o demoras en recepción de mercancías por eventos fortuitos, y en este punto es donde cobra importancia el llamado “inventario de seguridad”, el cual consiste en una cantidad fija de mercancías, cuya finalidad es la de cubrir demoras de entrega para posteriormente ser reintegradas a su cantidad original.

Otro factor que el administrador de una empresa debe detectar y eliminar es el llamado “robo hormiga”, el cual se presenta cuando los productos de los almacenes son sustraídos en cantidades inicialmente insignificantes y que al paso del tiempo podrían ser la causa del quebranto de la organización. Este tipo de prácticas son comúnmente realizadas por empleados, vigilantes, clientes e incluso proveedores.

En mi opinión, el empresario que afirme que en sus almacenes no hay “robo hormiga” es porque aún no lo ha detectado.

Uno de los procedimientos que fortalecen al sano control de los inventarios es la práctica periódica de inventarios físicos en los almacenes y pisos de venta, pues mediante este instrumento de control se pueden detectar diversas anomalías y establecer estrategias oportunas de mejora.

Los inventarios tienden a perder su valor con cierta facilidad; es decir, podrían estar valuados a un precio y al momento de venderlo se obtenga un importe inferior.

¿Por qué pasa esto? Es muy común que ciertas mercancías estén sujetas a modas (ropa, bisutería, etc.), condicionadas por fechas de caducidad y obsolescencia (alimentos, lácteos, medicamentos, etc.); sujetas a oxidaciones, evaporaciones o endurecimientos naturales (clavos, solventes, adhesivos, etc.), lo que provoca que se tengan que dar de baja o vender a precio de remate o liquidación.

En charlas que he sostenido con muchos empresarios, de manera chusca, éstos hacen la comparación entre los hijos y los inventarios, pues consideran que a los hijos, al igual que a las mercancías, se les crece, fortalece, cuida y se invierte en ellos, y al final no se sabe si se recibirán frutos por los esfuerzos efectuados.

Lo cierto es que un almacén bien administrado podría generar resultados muy positivos en términos de rentabilidad para una empresa. ¡Cuidemos la inversión!

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