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En estos días tuve la oportunidad de asistir a un curso de mercadotecnia digital; la importancia de internet, las redes sociales y todas las diversas expresiones de lo digital marcan el mundo actual. En el transcurso de las diversas exposiciones se llegó casi sin querer al tema de la construcción de la opinión y la generación de tendencias en el mundo digital; sin el menor reparo se explicaba cómo utilizar sitios de internet para crear cuentas falsas en redes sociales, cómo alimentarlas y darles visos de credibilidad para después utilizarlas en apoyo de los intereses particulares de alguna empresa o entidad.

También se explicó cómo utilizar a líderes de opinión como influenciadores, contratándolos para asistir a muy diversos acontecimientos y comprometiéndolos a generar apoyo a través de las redes sociales para el evento al que asistan, por supuesto a cambio del pago correspondiente ya sea en efectivo o con otro tipo de apoyos. Lo que me llamó la atención no es que esto se haga, sino la naturalidad y aprobación con la que se proponía hacer esto, con el mayor descaro y asumiendo que mentir y manipular está permitido. Claramente la realidad ya no es lo que existe en el mundo natural, la realidad se ha vuelto algo creado por algunos en beneficio de otros.

Jefferson dijo no entender como un ser racional se podía considerar dichoso por el hecho de poder mandar sobre otras personas, pues parece ser un mal bastante extendido entre los seres humanos en la actualidad; hay en el hombre un deseo de poder y control sobre los demás que en muchas ocasiones devora sus mejores intenciones, acabamos manipulando con el afán de dominar y dirigir la conducta de los demás en algún aspecto de su vida.

Seguramente reconoceremos en los demás esta capacidad de manipulación y comúnmente la negaremos en nosotros, la identificaremos como una medalla bien ganada en el pecho de los otros pero no en el nuestro. Bien haríamos en recordar lo que aseguraba Larra: “Te crees liberal y comprensivo, pero el día que te apoderes del látigo azotarás como te han azotado”. Probablemente después de  ocasiones de haber padecido manipulaciones de diversos tipos, caigamos en el mismo juego manipulando nosotros a los que nos rodean.   

Acabamos perdiendo nuestro rostro, extraviando el sentido de justicia, renegando de nuestro sentido de humanidad en un juego de máscaras y engaños que finalmente busca satisfacer nuestras voluntades y carencias a costa de los demás.¿Cuál será nuestra opción ante esta realidad? ¿Seguiremos alimentando el juego perverso de la manipulación? ¿O bien podemos comprometernos a actuar con honestidad e integridadllevando a la práctica aquella antigua sentencia: “La verdad os hará libres”?

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