|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

La vida de Lucia Berlin (Alaska, 1936-2004) fue trepidante: 4 hijos, 3 divorcios, vida en diferentes países y ciudades de Estados Unidos, abandonos, trabajos como enfermera, maestra, empleada doméstica, el alcoholismo, y la escritura. Una vida que de alguna u otra forma tenía que ser narrada; y lo fue por ella misma, a modo de lo que hoy se conoce como autoficción, técnica empleada en sus cuentos, la mayoría de ellos compilados por su amigo Stephen Emerson, publicados más de diez años después de fallecida, en “Manual para mujeres de la limpieza”; libro que, sin duda, póstumamente lanzó a la fama a una escritora que en vida publicó poco, pero escribió y vivió mucho.

Sus relatos han sido descritos y elogiados por la crítica y los escritores, y en todos se resalta la fuerza literaria que sus cuentos reflejan al ser pequeños cuadros o fragmentos ficcionales de su vida cotidiana.

Lucia Berlin no tuvo para nada ni una vida ni un pensamiento común, lo cual provoca que sus historias sean piezas estéticas de lo cotidiano, pues la maestría está en la forma de narrarlas y ponerlas ante los ojos del lector. Así como el teórico Todorov en su libro “La literatura en peligro” visualiza al texto literario “como una dimensión estética más amplia, en la que las palabras de los poetas y los novelistas permiten dar forma a los sentimientos que experimentamos, ordenar el curso de los pequeños acontecimientos que constituyen la vida y ayudan a conocer lo real y actuar sobre él”; así es como la autora hace que esos acontecimientos cotidianos volcados en su estilo y su forma de narrarlos provoquen en el lector esa chispa que surge cuando se juntan los cables eléctricos, tal cual los describe en el prólogo Lydia Davis.

Leer a Lucia es leer a muchas mujeres, es leernos incluso atrapadas en alguna de sus historias; sus retratos cotidianos desde sus protagonistas femeninas nos permiten mirar la fortaleza y resiliencia de la voz narrativa, pero también de los dolores fantasmas, como se titula uno de sus cuentos, de la nostalgia que avanza por los territorios de las ciudades y de los momentos de la vida que se cristalizan y permanecen intactos entre las páginas. Leer a Berlin es como la visión panorámica que nos ofrece un viaje en la ventanilla del transporte público.

La literatura finalmente, aunque se debate aún en los círculos de la academia y las teorías filosóficas y literarias, está construida a base de la vida misma, pero no cualquiera puede lograr, como Lucia, una sinergia entre lo estético y lo cotidiano que se funden en cada unode los relatos de este libro que llevó a la fama tardíamente a una autora que hoy, como tal vez lo soñó en vida, es una de las más leídas en el mundo.

 

Lo más leído

skeleton





skeleton