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En nuestra infancia los papás nos repetían que no debíamos de mentir, ya que cuando dijéramos la verdad, nadie nos iba a creer, entonces nos contaban “Pedro y el lobo” para que nos quedara claro. Dar falsas alarmas ocasionaba la pérdida de credibilidad ante la autoridad, en el caso de los niños, con sus padres. Claro que en aquellos tiempos no existían las redes sociales y mucho menos lo retos.

Recuerdo que en la primaria teníamos uno bastante ingenuo (por no decir tonto), que era evitar pisar el tomate de la torta, ya que todas lo odiaban (menos yo). Durante el recreo, era frecuente encontrar lascas de tomate en la cancha de los haters del vegetal, entonces el juego consistía en que un grupo de compañeras capturaba a una despistada y la obligaba a pisarlo.

La víctima tenía que evitar a toda costa que su zapato rosara la radiografía de la rebanada roja.

Los tiempos han cambiado como dirían las abuelas, la redes sociales, particularmente la china TikTok, es una de las preferidas por sus videos hipnóticos y “divertidos” challenges que se han popularizado entre los adolescentes.

Si bien parecen juegos, los resultados han sido fatales para jóvenes de todas partes del mundo. Es verdad que cada quien es libre de hacer con su cuerpo lo que le plazca, es un derecho humano, pero cuando involucra a todo un país una decisión que se tomó entre las cuatro paredes de una habitación desde una casa en alguna colonia de uno de los estados de la república por simple juego, es cuando hay que considerar la gravedad del reto. Dicen que en casa del ahorcado, ni mencionar la soga.

Los desaparecidos en México, es un tema sensible. Cuando se reporta la desaparición de una persona, se emiten alertas a nivel nacional en un intento de salvaguardar su integridad. El reto de TikTok, “Desaparecer 48 horas”, está incrustado entre la juventud mexicana. Los incitan a esfumarse por dos días sin dejar rastro, tiempo en que ganarán puntos según el hecho tenga mayor alcance mediático; se viralice. Por fortuna, los casos denunciados terminaron siendo una “travesura de juventud”, después de movilizar a los equipos de búsqueda, distrayéndolos de verdaderos casos.

La policía cibernética de varios estados ha emitido alertas a los padres para tener una buena comunicación con sus hijos y vigilar el tiempo y uso del internet (verdadero reto). En tiempos en los que la popularidad se monetiza, jóvenes ávidos de fama y fortuna han encontrado una manera “fácil” de hacerse notorios (sea como sea) para ganar dinero.

La “robotización” de la vida está deshumanizándonos. Con un dedo, como el de Dios en el fresco de Miguel Ángel, podemos hacer y deshacer a través de la pantalla de un dispositivo. Abundan las plataformas que, a la troyana, se meten en la conciencia de personalidades vulnerables, quebrantándolas hasta llevarlas al límite. El reto es que los jóvenes se impongan retos que los fortalezcan, más allá de las modas.

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