La curiosidad histórica en sesenta fotografías

Aída López: La curiosidad histórica en sesenta fotografías

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Las limitaciones de la fotografía están en uno mismo, pues lo que vemos es lo que somos. Si la belleza no estuviera en nosotros, ¿cómo podríamos reconocerla?
Ernst Haas (1921-1986), fotógrafo austriaco.

La fotografía quiere atesorar la fugacidad de la mirada, quiere perpetrar ese instante único cuando el ojo se posa en un rostro, en un objeto o en un paisaje. En la actualidad, los teléfonos inteligentes que son también cámaras fotográficas de suficientes pixeles para captar con nitidez son un verdadero aliado para los viajeros, para los trashumantes como se define Rodrigo Rubio Barthell, quien con esa visión decidió permanecer un par de semanas con Mariana, su compañera de vida y aventuras, en la ciudad de Rotemburgo, Alemania.

Rodrigo deseaba sumergirse en la atmósfera de esa ciudadela medieval, época que le causa fascinación, en la que se ha documentado y que lo llevó a Rotemburgo para constatar la conservación de su centro, el cual fotografió en distintas horas a la manera de los impresionistas, con la intención de captar los efectos de los cambios de luz en la ciudad amurallada. Derivada de su curiosidad histórica, regresó con una colección de trescientas fotografías tomadas con su celular de las cuales con un equipo de expertos eligieron sesenta para montar la exposición texto gráfica, “Amanecer en Rothemburg. Una visión trashumante”, en la Hacienda San Antonio Cucul, el pasado 18 y 19 de septiembre, en un ambiente de camaradería en la cual los presentes admiramos la arquitectura aderezada con los textos de su autor.

De la misma manera que el reconocido fotógrafo húngaro André Kertész (1894-1985), Rodrigo es autodidacta, si bien el primero desarrolló el ensayo fotográfico, Rodrigo lo hace con la crónica de viaje. Es probable que Kertész haya estado en Rotemburgo, pues por un tiempo fue miembro del ejercito austrohúngaro durante la Primera Guerra Mundial, pero en la Segunda Guerra Mundial emigró a los Estados Unidos para continuar con la fotografía y coincidentemente fue por un general estadounidense que hoy en día se conserva intacta la ciudad, pues cuando se alió Estados Unidos contra la invasión nazi, el general John Jay Mcloy llevaba una encomienda de su mamá quien había visitado Rotemburgo antes de la guerra, debía evitar destruir el sueño medieval.

Quizá por eso Rodrigo perdió el sueño, pues salía en las madrugadas a caminar con su angelito de pasta que se vende como souvenir de la ciudad, para fotografiarlas calles empedradas, las murallas con sus torres, los arcos, las coloridas casas de dos aguas con sus entramados de madera y jardineras, los aparadores con antigüedades, las plazas y la eterna Navidad que se celebra todo el año, atractivos que toman otra dimensión cuando la ciudad duerme y el ojo insomne se roba el instante para su deleite voyerista.

Este viaje fotográfico es una invitación a trashumar y a profundizar en la historia, porque verlo en una exposición no es suficiente, como dijo Kertész, “hay que fotografiarlo para sentirlo”. Ayuda a vivir

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