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Con un estilo fresco, desenfadado, pero a la vez creativo e inteligente, Rodrigo Rubio Barthell irrumpe en el campo de las letras con su ópera prima “Se acabó la farsa” (Unas Letras, 2023), talante que se advierte desde el primer párrafo cuando nos pide a los lectores que no especulemos respecto al género literario, ya sea por el título o por la portada con siete siluetas que lo representan -quizá una por cada día de la semana o década-, un guiño a las veces que el autor se ha reinventado.

Es probable que la próxima portada incluya al Rodrigo escritor, pues ya amenazó con seguir con “la farsa” en otro libro, porque como remarca: “lo que pasó, pasó”, pero de ninguna manera significa que se abstenga de contar otras deliciosas crónicas llenas de humor y rebeldía, fotografiando el paso y el peso del tiempo vivido a lo largo de setenta años.

Una de las virtudes de la estructura y la prosa de las más de trescientas páginas de “Se acabó la farsa”, es que cada una de las cuarenta crónicas puede leerse independiente, sin una secuencia rigurosa que socave el espíritu del libro, el cual mantiene el tono festivo e íntimo de principio a fin.

El léxico coloquial y la sintaxis orgánica logran que a lo largo de la lectura sintamos que estamos en una conversación gozosa tête à têtecon Rodrigo, incluso de tener el impulso de preguntarle como si lo tuviéramos a un lado con un café o una copa de vino.

Los personajes que tejen la narrativa son su familia y sus amigos, con quienes ha pasado momentos memorables, como el que vivió con Pepe Patrón, quien en medio de uno de sus infartos -según el autor, coleccionaba infartos- y desde una camilla rumbo a terapia intensiva le dio el título del libro cuando le dijo: “Barthell, se acabó la farsa”, hilo conductor traducido en varios idiomas y colocados al final de ciertos párrafos significativos.

Si bien el humor es el color de las historias, también el tono íntimo permea algunos pasajes, como la pérdida de su mamá, a quien le escribe un poema en ese momento doloroso quizá, como dijo Freud, para preservar su salud psíquica.

Asimismo cuando el vate Ricardo López Méndez, mi tío abuelo y amigo personal de su padre, “El Yeti”, le “dedicó tiempo y paciencia” para enseñarle a declamar el Credo de su autoría, además de revelarle el secreto para hacerlo con énfasis y emoción durante el Grito de Independencia en la Plaza Grande. Se acabó la farsa es un libro que debe leer todo yucateco, las nuevas generaciones para conocer la Mérida que fue, y los que la vivimos, para rememorar espacios y costumbres de toda una época tan distinta.

El libro se consigue en Megaprint y en la Cafebrería de la Quinta Monte Molina.

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