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Cuánta polarización está causando la película ¡Que Viva México! En otros tiempos hubiera sido censurada por los acérrimos defensores de la cultura mexicana, ya que no nos posiciona ante el mundo y muestra nuestra peor versión, sin maquillaje ni filtros.

Quizá en este sentido la Literatura (no leemos pero sí vamos al cine) es más benévola con el tema, ya que permite retratar sin tapujos la idiosincrasia del mexicano (El excepcionalísimo mexicano (2012), César Cansino).

En 1950 el español Luis Buñuel padeció la crítica y la censura por Los olvidados, una década después, en 1961, ocurrió lo mismo con Los hijos de Sánchez del norteamericano Oscar Lewis.

Se cuestionó en ambos casos que extranjeros vinieran a criticar nuestros usos y costumbres, pero ahora es un mexicano, Luis Estrada (La Ley de Herodes), quien ha comprado el boleto y se ha puesto en la mira de quienes defienden las máscaras civilizadas con las que nos debemos presentar.

Cada quien ve en la trama lo que quiere, desde las debilidades humanas, las obsesiones, las envidias, la tenacidad, las relaciones intrafamiliares, los conflictos de pareja, hasta la situación sociopolítica en la que estamos inmersos y que marca los destinos.

Si bien es la historia de una familia de tantas, el humor ácido, a veces agridulce, nos recuerda algún caso propio o ajeno, cuando los lazos de sangre se desatan en demonios por una herencia y logra que hasta los enemigos se alíen para despojar de los bienes al favorecido por el difunto.

No importa si son “fifís” o los “pobres buenos”, todos tienen ambiciones y pasarán sobre sus padres, arrebatando lo que no les pertenece.

Con humor negro, el guionista y director nos deja sin esperanzas de cambiar nuestro destino (Filosofía del absurdo), seguiremos cohabitando con la misma familia y en el mismo país sea quien sea que gobierne, donde a la Lampedusa todo cambia para que siga igual.

El protagonista (Alfonso Herrera) es un Sísifo actual cuyo peor enemigo es su numerosa y variada familia en la que caben todos los oficios, preferencias y personalidades.

Es un cangrejo mexicano que intentó escapar de la cubeta sin éxito, pero que no dejará de intentarlo así sea empezar de cero.

A pesar de que Luis Estrada no está reflejando nada que no supiéramos, el verlo en las actuaciones extraordinarias de Damián Alcázar y Joaquín Cosío (ambos en tres papeles), las Anas, Martin y de la Reguera como la madre y la esposa del protagonista respectivamente, y de la fabulosa abuela, interpretada por la sin igual Angelina Peláez, logra calar las conciencias y cuestionarnos si es parte de nuestra naturaleza, si está en nuestro ADN y no nos queda de otra que aceptarnos, total no hay nada que no se arregle con mariachi y mezcal para todo mal.

¡Que Viva México!, es satírica, provocadora, irreverente y despiadada. Dado que la censura está desactivada, Netflix promete tenerla en su plataforma, aunque nada como la pantalla grande para ver la grandeza de nuestra mexicanidad.

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