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En una profesión poco ortodoxa como la milicia, es difícil cumplir con los roles que demanda una sociedad tradicional y costumbrista como la mexicana. No se puede porque, entre otras razones, en las fuerzas armadas no hay un horario establecido para las labores, ni se pueden programar días libres o periodos vacacionales.

Y es que los cuarteles del Ejército y la Marina, los buques, las aeronaves, los hospitales y demás dependencias militares y navales siempre están operando o listos para hacerlo: una fuerza de reacción inmediata está preparada a cualquier hora para una misión, o un buque puede zarpar sin aviso previo con su dotación de guardia. Además, no es extraño que la franquicia se trunque porque ocurra una contingencia.

Esta exigencia del servicio impide, en muchas ocasiones, que los militares formemos una familia típica, estrechemos vínculos de amistad y arraigo en una colonia, una ciudad o un estado, porque los cambios siempre están latentes en la vida del soldado, y ni qué decir del marino embarcado, que hoy duerme en un lugar, amanece en otro y, tal vez, termina sus días fuera de su hogar.

Nuestras familias tienen una vida de nómadas y, como consecuencia, los hijos no concluyen un nivel académico en una sola escuela, con esto les arrebatamos la posibilidad de forjar amigos en esas etapas primordiales de la vida: la infancia y la adolescencia.

Por estas consideraciones, llegamos a la conclusión de que los militares no somos buenos padres. Y no lo somos porque muchos ni siquiera hemos estado con nuestras esposas el día del nacimiento de nuestros hijos, algunos, como los de sanidad, porque estando de guardia en hospitales han recibido a otros bebés.

Por lo general, estamos ausentes en los cumpleaños de nuestros pequeños, porque, si no estamos de guardia, andamos en operativos, de partida, navegando en altamar o cumpliendo alguna comisión en otro puerto o ciudad. Si acaso enviamos una felicitación o un obsequio, lo cual no suple nuestra ausencia en esos momentos tan importantes para ellos.

Nunca asistimos a un festival escolar y casi siempre nos perdemos las graduaciones porque en alguna comunidad hay que brindar auxilio por inundaciones, algún deslave, el paso de un huracán u otra emergencia; los planes DN-III y Marina se aplican de inmediato en cualquier día y hora.

Estas líneas no pretenden ser un mea culpa a nombre de mis compañeros del Ejército, Fuerza Aérea y Armada, pero la factura por esas ausencias llega cuando regresamos a casa –ya sea temporal o definitivamente con el retiro–, entonces nos percatamos de que somos extraños, cuando no desconocidos para nuestras familias, principalmente para ellos, nuestros hijos, que crecieron sin la figura paterna.

Por ello creo que, aunque cumplimos en el plano económico con nuestras familias, las ausencias les dejan un gran vacío difícil de llenar con esos pocos ratos de franquicia que les dedicamos. No, definitivamente no fuimos buenos padres… pero, esperen, ¿por qué no les preguntamos a nuestras esposas, hijas e hijos? ¡Feliz Día del Padre!

Anexo “1”

Reclutamiento para la GN

 Con el compromiso de enviar seis mil elementos de la Guardia Nacional a contener la migración en las fronteras norte y sur, el Gobierno Federal enfrenta un problema porque, se dice, hay pocos interesados en alistarse para integrar este nuevo cuerpo de seguridad híbrido (civil-militar).

Las convocatorias para la GN fueron emitidas por el Ejército, la Armada, Secretaría de Seguridad Pública, y Policía Federal (que formalmente ya no existe), a fin de reunir 21 mil elementos antes de concluir este año, como se ha propuesto el gobierno de López Obrador.

Según revelaciones, la Sedena ha impuesto a sus comandancias regionales “cuotas” mensuales de reclutas y no demorar el proceso de alta, pero no hay voluntarios y, ante este panorama, soldados y marinos han sido comisionados a la GN, pero se dice que de manera autoritaria, lo que ha generado desde inconformidad hasta deserciones.

Mal empieza este proceso de una corporación que nació en medio de la polémica, y ahí sigue, porque ya se designó a un general en activo como “coordinador” de la Guardia Nacional en Chiapas… y seguirá militarizada. No es malo, pero que lo digan y lo regulen

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