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El concepto del mundo para los mayas involucra los aspectos materiales e inmateriales. Tenían una visión global de su entorno, aun lo que era inalcanzable. Todo estaba divinizado, todo era respetado, era gracia divina dada por los dioses para el sustento del hombre.

El mundo estaba formado por tres reinos sobrepuestos, que estaban conformados por la bóveda celeste inundada de estrellas; el mundo intermedio conformado por la tierra que mediante invocaciones junto con la sangre de los reyes hacía germinar las semillas y dar frutos, y el inframundo subterráneo, conformado por aguas negras. Existía una dualidad entre estos tres reinos que estaban relacionados entre sí. Estos tres reinos estaban vivos, son mundos animados con poder sagrado, en el caso del cielo estaba representado como un monstruo cósmico o gran cocodrilo que hacía llover o derramaba su sangre cuando se hacían sacrificios reales en la tierra.

El inframundo o Xibalbá tenía un paisaje con características naturales y artificiales; al ponerse el sol, Xibalbá rotaba cubriendo la tierra para formar el cielo nocturno. El mundo que corresponde al plano humano es un lugar sagrado, los mayas pensaban que el mundo humano flotaba en el mar y representaban a la tierra con el dorso de un caimán o con el caparazón de una tortuga.

Los cuatro puntos cardinales definían la superficie del mundo con un eje marcado por la trayectoria del sol al desplazarse de este a oeste en su viaje cotidiano diurno. El este era el punto cardinal más importante porque allí es donde nace el sol y el color que se asocia a él es el rojo. El norte era asociado con el color blanco, de allí vienen las refrescantes lluvias de invierno; también era la dirección donde se encuentra la estrella polar en cuyo alrededor gira el cielo. El poniente es donde muere el sol y se le asignó el color negro. El sur era amarillo, el lado derecho o el gran lado del sol.

Este modelo del mundo era cuadrangular. Los cuatro puntos de la tierra también tenían su centro representado de color azul verdoso y era el lugar donde crecía la ceiba, también llamado Wacah Chan (seis cielo), eje que simboliza los tres reinos verticales. El tronco de las ceiba atraviesa el mundo intermedio (la tierra) y sus raíces se hunden en el reino acuoso y oscuro de Xibalbá, en tanto que hacia el cielo crecen las ramas que llegan hasta el mundo superior, donde residen los dioses en la región celeste.

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