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Entre los mayas prehispánicos, lo mismo que entre los mayas actuales, la muerte es el inicio de una camino a otra vida.

Entre los pueblos mesoamericanos los vivos honran a sus muertos en el mes de noviembre, los esperan para ofrecer el alimento vital. La comida se convierte en un elemento esencial para la comunicación entre los vivos y los muertos.

La tradición del día de muertos es ofrecer, durante un mes, comida a los pixanes niños y adutos, los tamales y el pibiluaj, encender las velas de colores, ofrendar los dulces y los alimentos preferidos que en vida disfrutaron los difuntos. Esta tradición está en relación de continuidad con las costumbres ancestrales, mediante las cuales se establecía comunicación entre los vivos, los muertos y los dioses, especialmente en el día que los difuntos regresan al ye’tun o inframundo.

Con base en estudios etnográficos, epigráficos y arqueológicos, se puede conocer que el concepto de la muerte entre los mayas antiguos es sorprendentemente similar al que tienen los mayas de hoy.

La muerte no es más que uno de tantos accidentes de la vida y, cuando la sienten muy cerca, las expresiones más comunes son: ya voy a descansar, mis trabajos han acabado, me quedan pocos días de vida.

La influencia occidental nos ha enseñado, sin embargo, que la muerte se presenta como lo más terrible y no como una etapa más de la vida en otra dimensión.

En algunos casos hay quienes descifran el tomojchí. El tomojchí se traduce como un presagio relacionado con la muerte; cuando, por ejemplo, el árbol de aguacate o de mamey en edad productiva florece y no da fruto, cuando la mata de plátano da fruto fuera de las hojas, cuando el xoch’ch (lechuza) sobrevuela encima o cerca de la casa, cuando en la noche se oye pasar el cojunché, todos ellos son presagios, son tomjochí.

Las personas de avanzada edad desean trabajar como lo hacían, pero sólo son deseos porque el cuerpo no es el mismo, no responde y entonces comienzan a pensar en su descanso.

Una mujer comentó un presagio: “Anoche no se de dónde salieron tantas avispas, se posaron en mi cabeza y me cubrieron totalmente de pies a cabeza, no me dejaron ninguna parte sin cubrir; esto es la tierra que me va a cubrir cuando yo muera, lo van a ver”.

Nueve días después la señora falleció y se cumplió el tomojchí. Este hecho se traduce como la tierra que va a cubrir el cuerpo en el momento del enterramiento.

*) El Diccionario del español yucateco, del maestro Miguel Güémez Pineda, dice tomojchi: s.m. Del maya tay, cosa grave, may, señal, signo, y chi, boca, voz, mensaje. Anunciar algún mal, o agorar y el mal agüero.

El significado moderno es simplemente el agüero y el agorar ciertas “señales” de la naturaleza. Se usa con el verbo “hacer” para formar el complejo verbal hacer tomojchi, agorar, presagiar cosas malas (abv).- Nota del editor

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