Conoce El Pinar; una mansión de encanto en la calle 60 norte de Mérida
Te mostramos cómo luce esta magnífica casona por dentro
Novedades Yucatán/MÉRIDA
Con las fortunas creadas a partir de la producción y exportación del henequén, a principios del siglo XX en Yucatán se construyeron casonas cuyos estilos arquitectónicos en su mayoría tenían influencia francesa, pues era la tendencia que seguían las familias pudientes durante el Porfiriato.
Una de esas grandes residencias es El Pinar, que aún permanece en alto en Mérida y por su particular estilo llama la atención de las personas que transitan por la calle 60 norte, además de estar ubicada frente a grandes hoteles con arquitectura más moderna como el Hyatt, por lo que su vista remonta a tiempos pasados.
Al ser construida en 1915, esta mansión comunicaba con lo que en ese momento era el pueblo de Itzimná, hoy simplemente una colonia dentro de la urbe, pero que en ese entonces era una zona que iba tomando un rango importante.
Es así como El Pinar se convirtió en una de las mansiones más representativas de Mérida, al estar ubicada en una de las calles más transitadas y por su particular arquitectura. Además, es una de las pocas casas de ese periodo que permanece prácticamente intacta hasta el día de hoy.
La residencia tiene 6 dormitorios, 6 baños, 3 pisos y un garage para 8 carros. En el primer piso podemos encontrar la calzada y el porche, luego un hall de entrada y una antesala.
Después, puede verse una escalera, la sala y comedor, una biblioteca, un ascensor, un bar, una bodega, dormitorios de servicio, baños, una oficina y afuera una piscina.
En el segundo piso, hay otra sala, una terraza panorámica, los dormitorios principales, vestidores y un balcón.
Mientras en el tercer piso, hay un espacioso ático abierto de 180 metros cuadrados.
Jardín
Además El Pinar tiene un magnífico jardín delantero, que se construyó con la intención de separar la casa del contacto con la calle.
En el momento de su edificación este tipo de jardines estaban constituidos esencialmente por césped, rosales y algunas otras especies de ornato.
Por lo anterior, era realmente difícil ver a algún integrante de la familia, ya que los niños no se acercaban a él, el señor de la casa rara vez lo cruzaba al llegar a su hogar, y las mujeres que habitaban la mansión no podían usarlo, debido a su proximidad al ámbito público y consecuentemente con la gente que transitaba por ahí.
El contacto con este jardín se daba sobre todo al celebrarse una fiesta, cuando las bancas que flanqueaban el camino de acceso se ocupaban y las ventanas dejaban ver el interior, mientras que las puertas se abrían de par en par para recibir a los invitados.
Según antiguas publicaciones, la residencia pertenecía a Humberto Peón y estuvo abandonada hasta que la adquirió Alberto Bulnes Guedea, quien la restauró.
Años después, el señor Bulnes le vendió la propiedad a José Trinidad Molina Castellanos, cuya esposa la habitaba hasta hace poco.
Ahora en la mansión se ofrece recorridos privados y la página donde dan informes el pinar.com.mx, está en inglés, por lo que se asume que están dirigidos sólo a turistas extranjeros.