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En el lejano Israel, a la orilla del mar de Galilea un mexicano recién llegado soñó con un sitio que pudiera albergar peregrinos en su paso a Tierra Santa cuando quisieran seguir las huellas de Jesús por los lugares donde realizó lo que se conoce como su vida pública.

El lago de Tiberíades como también se le conoce, fue el escenario de muchos pasajes que aparecen en la Biblia, justo en su ribera se dieron cita los encuentros con muchos de sus apóstoles, enseñaba en las sinagogas y hacía milagros.

El marco que envuelve esas aguas es hermoso, cerca de sus laderas se erigen algunos montes a donde solía Jesús retirarse a orar.

Enfrente del Monte Arbel, en el sitio denominado Magdala, se consiguió con mucho esfuerzo una propiedad llamada Hotel Hawai Beach, y grande fue la sorpresa al iniciar las excavaciones, pues en 2009 se encontró arqueología que data del siglo I, en concreto vestigios de la vida comercial del lugar, como la pileta de la salación del pescado, molinos de piedra, cerámica y monedas, numerosos mikvés o baños rituales judaicos, y lo que se considera más importante a nivel religioso es la sinagoga en la cual también se halló una piedra esculpida con la representación cual maqueta del Templo de Jerusalén. Todos estos vestigios nos revelan que, sin duda, allí se sucedieron importantes episodios narrados en los evangelios.

A la cabeza de este gran proyecto denominado Magdala se encuentra el sacerdote Juan Solana, L.C., quien confiando en la Providencia ha contagiado a muchas personas alrededor del mundo para que este sitio se convierta en un lugar de encuentro personal y con Cristo, así, como en los albores del siglo I, una mujer llamada María Magdalena (de Magdala) fue tocada por el amor del hijo de Dios; así como la mujer que sufría de hemorragias fue sanada por su fe al contacto con Jesús; así también como Jairo, el jefe de la Sinagoga, tuviera la gracia de que su hija volviera a la vida en ese lugar.

Después de algunos años, en 2014 se inauguró la Iglesia llamada Duc in Altum (rema mar adentro) un bello lugar por los numerosos símbolos que tiene allí representados, el Altar –una barca– da la impresión de que está asentada en el mismo mar de Galilea, cuyo Sagrario nos dice que Jesús sigue al mando y en voz del sacerdote continúa predicándonos y dándose a nosotros en la Sagrada Eucaristía.

Abajo se encuentra una capilla ecuménica para dar lugar al culto de cualquier denominación religiosa ajena a la católica, adornada con un grande óleo que nos acerca al momento en el que la hemorroísa queda curada, obra del pintor chileno Daniel Cariola.

En el Atrio de las Mujeres, otra artista chilena, María Jesús Fernández, desplegó su talento con cuatro capillas con hermosos mosaicos de pasajes bíblicos ocurridos en ese lugar; se recuerdan con pilares a las distintas mujeres que han sostenido y sostienen a lo largo de la vida a la Iglesia, y cuando elevamos los ojos al cielo podemos contemplar una escena que para los mexicanos resulta muy familiar, pues allí nos acoge María de Guadalupe, la madre de Jesús y madre nuestra, quien también allí parece decirnos como lo hiciera a Juan Diego en el Tepeyac: “quiero una casa”, el lugar que vislumbró el Padre Juan para que los peregrinos se sintieran en familia, acogidos por quienes allí laboran, por la guía de los numerosos voluntarios y las consagradas del Regnum Christi y por los sacerdotes dispuestos a ofrecer los Sacramentos.

Hoy ya contamos con La Casa de Peregrinos de Magdala para disfrutar un pedacito de cielo en este hermoso lugar.
www.magdala.org

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