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Una Smart City o ciudad inteligente es aquella que incrementa notablemente el ritmo al cual mejora sus resultados y logros, simultáneamente en los aspectos social, económico y medioambiental (sostenibilidad), respondiendo a desafíos tales como la crisis climática, el acelerado crecimiento poblacional y la inestabilidad político-económica, fundamentalmente mediante la mejora del modo como logra la participación y el compromiso de la sociedad, y cómo aplica métodos de liderazgo colaborativo, cómo integra diversas disciplinas a los sistemas de la ciudad y cómo utiliza la ciencia de datos y otras tecnologías con el objetivo de proveer mejores servicios y calidad de vida a todos los que se relacionan con la ciudad (residentes, negocios y visitantes), hoy y en el futuro previsible, sin crear injustas desventajas a otros o degradar el ambiente natural.

Existe una lista muy amplia de indicadores clave que tienen que ser evaluados periódicamente bajo una métrica ordenada y de acuerdo con estándares internacionales, para poder medir el desempeño y cómo se van alcanzando los objetivos de convertir a una ciudad en inteligente. Entre ellos están la economía y las finanzas, el medio ambiente, educación, energía, capacidad de respuesta a emergencias, gobernanza, salud, recreación, seguridad, refugio, gestión de residuos, telecomunicaciones e innovación, transporte y movilidad general, planeación urbana, agua y saneamiento (drenaje).

Las cifras preocupan, y constituyen el motivo fundamental por el cual conviene trazarse el objetivo de convertir la ciudad donde vivimos en una Smart City. Las estimaciones de los expertos calculan una población de 10 mil millones de personas en todo el planeta para el año 2050, de las cuales el 80% vivirá en ciudades. De modo que la meta tiene que ser tomada con seriedad y debe evitarse a toda costa que se convierta en una moda pasajera.

Las ciudades consumen el 75% de la energía, generan el 70% de los residuos y son responsables del 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Resulta imperativo mostrar cuanto antes la disponibilidad para convertirse en una ciudad inteligente, e integrar a este objetivo los valores centrales que define el Consejo de Ciudades Inteligentes: Habitabilidad, Empleabilidad y Sostenibilidad.

La ciudad es habitable cuando provee las condiciones para llevar una vida limpia, saludable, libre de contaminación y congestión, y se asegura de que los ciudadanos cuenten oportuna, eficaz y eficientemente con los servicios que ella les brinda.

La empleabilidad ofrece las condiciones suficientes y necesarias de infraestructura, es decir: energía, conectividad y ambiente informatizado, servicios que son esenciales para competir globalmente y contar con empleos de mayor calidad.

Finalmente, la ciudad que puede ofrecer todos los servicios que necesitan, con absoluta suficiencia, pero sin comprometer que pueda seguirlo haciendo con las generaciones futuras, ya es sostenible.

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