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Buen ambiente se vivió en la Plaza Mérida. (Fotos de Martiniano Alcocer)
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Martiniano Alcocer/Mérida
El último par de banderllas de la última corrida de la temporada en la Plaza Mérida fue el mejor del serial, no cabe duda. Corrió a cargo del joven subalterno Fernando García López a un imponente toro de José Julián Llaguno, bautizado Agua Clara y de 600 kilos, según el cartel.

Fue uno de los pasajes de una tarde en la que hubo toros con edad, peso y trapío, tanto para los de a pie, Gerardo Adame y su primo Luis David -ambos con deseos de agradar, entrega y valor ante un difícil lote de Llaguno-, como para los de a caballo, el maestro Pablo Hermoso de Mendoza -que se enfrentó a dos buenos toros de Fernando de la Mora- y su hijo Guillermo que lució ante un magnífico novillo de Los Encinos que mereció el arrastre lento.

Para destacar, la emoción que genera cuando en el ruedo aparece el toro de verdad. Desde que se abrió la puerta de toriles para dar paso a Nohoch que nomás puso las patas en la arena y despertó el murmullo de admiración de la concurrencia -poco más de tres cuartos de la plaza-. Pablo le hizo una faena a su son y andar, mató mal y se le fue la oreja. Fue premiado con vuelta al ruedo.

Siguió en aumento la emoción cuando apareció Florista, de 570 kilos y trapío más que evidente. Enmorrillado, largo, con dos puñales en la testa. Gerardo mató de estocada tras una faena con pasajes de gran calidad, aprovechando el buen son de Florista. Cortó una oreja.

Su primo Luis David se metió al público a la bolsa con largos derechazos Ante Agua Clara, su segundo, que adornó con galleos y toreo tremendista para alborotar a la multitud. Se tiró a matar por derecho, pero pinchó dos veces antes de meter una estocada.

 

Pablo le cortó una oreja a su segundo, Alux, un precioso berrendo en negro, tras un metisaca que hizo caer el burel.

Guillermo, el continuador de la dinastía, cayó de pie ante el público meridano. Hizo una faena alegre, variada y llena de calidad al bravo y noble X’Men, de Los Encinos -en el cartel figuraba un novillo de Montecristo-. Lo mató de rejonazo costillero y el juez Zapata León le regaló una oreja.

Complementarias: la empresa de los señores Alberto Basulto y Alberto Hagar cumplió al traer toros con edad y trapio.

Seguimos sin conocer los exámenes post mortem que antes se hacían públicos. Nos dicen que son órdenes del Ayuntamiento. ¿Será? Y hasta la próxima. Que Dios reparta suerte.

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