Un dulce proyecto hecho realidad

Su proyecto es Clatier, una línea de chocolates con formas de pirámides y calendarios mayas, algunos rellenos con licores de sabores.

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Nuestro producto tiene todo conforme a la ley: código de barras, aviso de caducidad y detalles, porque es el que da la cara por la empresa. (Milenio Novedades)
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Cecilia Ricárdez/SIPSE
MÉRIDA, Yucatán.- La cultura maya y el chocolate son los ingredientes del éxito de la empresa de Roger Gamboa Conde y Andrés Fuentes Rosado, quienes iniciaron su proyecto en el aula, y hoy tienen su propio sitio de producción, así como un sistema de comercialización que ha trascendido fronteras, mediante la exportación directa.

¿Cómo surgió la idea de formar esta empresa?

Todo empezó como un trabajo del programa de emprendedores de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady), en el que se armaron equipos con estudiantes de la Facultad de Contaduría y Administración; a nuestro grupo se unió uno de la Facultad de Ingeniería Química y con él se abrió espacio a chavos de otras áreas. Esto nos sirvió mucho, ya que no sabíamos de caducidad y esas cuestiones. Empezamos 11 y con un producto de tres chocolates de sabores xtabentún, nance y coco; de aquéllos sólo quedamos dos, y tenemos una variedad de ocho productos. Al principio hacíamos los chocolates en la cocina de la casa y ahora contamos con un centro con las condiciones necesarias.

Ambos egresados de la Licenciatura de Mercadotecnia de la FCA, Roger Gamboa Conde es director general, y Andrés Fuentes Rosado, director ejecutivo.

“Creer en lo que haces” es la frase que los ha mantenido en este negocio

¿Cuáles fueron los primeros obstáculos que sortearon como emprendedores?

Primero, que el equipo se deshizo. No todos quisieron continuar después de terminar el trabajo de la escuela. También nos enfrentamos al hecho de que no teníamos suficiente capital para producir o comprar las cajitas. Luego, con mejores condiciones, tuvimos nuestro primer cliente en el aeropuerto, por un año, y luego en dos tiendas del centro de Mérida. Esto no era suficiente, y nos arriesgamos a entrar al mercado de Cancún, hasta faltamos a nuestra ceremonia de entrega de papeles para ir a la cita pactada. 

¿Cómo fue el proceso para que su producto llegara a la Riviera Maya?

En Cancún no fue inmediato; además, en la zona hotelera, a pie, no podíamos recorrer todos los negocios; entonces fuimos a Playa del Carmen y en la Quinta Avenida visitamos tienda por tienda, y nos dimos cuenta  (de) que un dueño tenía locales en toda la Riviera Maya; aceptamos todas las condiciones que nos pusieron, e iniciamos en la peor época del año: en temporada baja, en junio. 
Vimos que los reportes de venta estaban en ceros, y dijimos, no es posible, el producto es bueno, y nos pusimos a “edecanear” ofreciendo pruebas y vendiendo en la calle, agotando todo lo que llevamos. Con esta experiencia descubrimos que el problema era el lugar que nos daban en las tiendas, la mala distribución, no el producto; con una mejor posición, avanzaron las ventas.

¿Hasta dónde han llegado sus chocolates?

Han llegado a Japón, Suecia, Perú, Venezuela, Argentina, Alemania, Estados Unidos, Holanda, España, Francia, Inglaterra y otros más que no sabemos, porque, según nos explicaron, nuestra exportación es directa; la compran turistas extranjeros que lo llevan a su país, o también nos ha pasado que amigos lo llevan a donde van de viaje, y así poco a poco ha viajado el producto, sin intermediarios de distribuidores. Nos damos cuenta también por las visitas y el origen de los usuarios de nuestra página.

¿Qué factores consideraron para apostarle al negocio de chocolates?

Sabor. El chocolate, aunque no es típico, se asocia al consumidor y, en especial, el turista con la cultura mexicana y maya. Luego pensamos en innovar la imagen y hacer productos que tengan motivos mayas, como el calendario y las pirámides, también apostarle al sabor, con los que han tenido más pedidos, como el de tequila; nosotros también propusimos de xtabentún, almendra, coco, maracuyá y sabores exóticos, que la gente considere poco comunes y que nadie más los hace.

¿Con cuánto capital dieron los primeros pasos?

Como parte del programa de emprendedores de la Uady nos pidieron un mínimo de inversión de 700 pesos por persona, y sumando los que estábamos en el equipo, juntamos siete mil 700 pesos.

¿Qué consejos comparten con quienes, como ustedes, desde el aula, vislumbran un proyecto de vida empresarial?

Que no se desesperen, se  aprende de ensayo y error, poco a poco. Deben innovar, pensar en que su producto debe tener cualidades únicas y, por supuesto, creer en tu producto; creer que cada nueva creación es la mejor. Que piensen en algo bueno. No hagan paletas con chile, sino algo único.

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