William Sierra/Mérida
La esperada victoria número 15, la que se le había negado en las anteriores tres salidas llegó para César Valdez que maniató con el látigo a los Bravos y con el respaldo del bateo oportuno de sus compañeros, los líderes Leones de Yucatán ligaron su quinta victoria, 5x3, en el “Domingo Santana”, de León, en el que hubo bastante chocolate con 21 entre ambas novenas.

No era para menos que se tuvieran tantas anestesias al enfrentarse dos de los mejores lanzadores del circuito, pues del otro lado estuvo el japonés Yasutomo Kubo.

Valdez (15-2) demostró por qué es el mejor en efectividad, la cual mejoró en 2.26, y en victorias, asegurando prácticamente ese par de coronas.

Ambos abridores ofrecieron buen partido, en el que se tenía que aprovechar al máximo cualquier oportunidad que se presentara. Fueron los selváticos lo que lo hicieron dándole la ventaja que Valdez requería para trabajar menos presionado.

El dominicano colgó las tres primeras argollas en orden. Un pecado de Alex Liddi permitió que los aborígenes anotaran y en la sexta, admitió la otra carrera. Engomó a siete y dio dos bases.

Luego de que, en su primer turno, Yucatán se quedó con las ganas de anotar, quedándose Liddi en la antesala, pero tras ser retirados en orden en los dos siguientes actos, armaron la fiesta para pisar la registradora tres veces al capitalizar que Kubo perdió la zona de straic. Firmó par de pasaportes y con doblete de Sebastián Valle trajo la de la quiniela, y sencillo de Walter Ibarra remolcó las otras dos.

No pasó mucho para que los melenudos ampliaran la ventaja con dos más cuando Jonathan Jones abrió la quinta con jit, anotó con biangular de Liddi, enviado al plato por sencillo de Luis Felipe Juárez.

Ese fue el daño permitido por Kubo que no pudo frenar la artillería de los reyes de la selva, sufriendo la derrota en siete entradas y un tercio. A cambio, el nipón se desquitó y añadió 10 anestesias más para prácticamente asegurar la corona al llegar a 154, catorce más que el olmeca Juan Pablo Oramas.

Andrés Ávila se encargó de la octava y Josh Lueke, de la novena, permitiendo un registro y obteniendo el salvamento.