En Yucatán, nada es más importante que la vaquería

En las fiestas de los pueblos, cientos de elegantes mestizos rinden culto a su santo patrono bailando hasta las primeras horas del día.

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La jarana yucateca tiene en sí una esencia religiosa: algunos bailan para cumplir una promesa. (Notimex)
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Agencias
MÉRIDA, Yuc.- El rascabuche suena y una voz se impone al murmullo de los jaraneros, quienes elegantes en su vestir y en sus maneras, se alistan para mover los pies al ritmo que impone la jarana durante la vaquería, baile con la que inicia la fiesta del pueblo.

Los metales se adueñan de la orquesta y abrirán por tradición añeja con “Aires del Mayab”, mientras los mestizos vestidos con inmaculada filipina y pantalón en tono blanco, alpargatas chillonas y paliacate al cinto, cortésmente se llevan el sombrero al pecho y con una reverencia piden a la mestiza darle el privilegio de bailar la pieza.

Coquetas ellas, con grandes moños o sombrero, de terno multicolor por ser día de fiesta, bordado a máquina, punto de cruz o sólo pintado en tela, aceptan ir del brazo del jaranero sin más roce entre ellos que el del rebozo que lleva ella.

Así, la vaquería ha iniciado y con ella las fiesta del pueblo y los honores al patrono santo, al que rendirán culto con el baile desde que cae la noche y hasta que el sol inicia su ascenso.

Desde meses antes, la embajadora de la fiesta se ha encargado de convocar a los grupos jaraneros de los pueblos circunvecinos para esta noche, así como aquellos que por el número de sus integrantes, la elegancia o destreza en el baile, su sola presencia es sinónimo de realce a la fiesta.

Esencia de la fiesta

Fiesta de las familias, el patriarca es quien encabeza al grupo y se presentará del brazo de la esposa o de su pareja jaranera, por lo general la hija que ha mostrado la mayor destreza en los diversos cambios de ritmo de la jarana yucateca, seguido por el resto de los miembros, incluidos los niños de corta edad que pueden zapatear.

Ninguna fiesta es más importante que la vaquería, con la cual el pueblo anuncia o inicia los festejos a su santo patrono, casi siempre son más de dos, incluso pueden llegan a ser tres, a la que seguirán las tradicionales corridas y los bailes populares.

La jarana es la esencia de la fiesta, aunque lo mismo se baila sones y danzones, pues ésta tiene sus raíces hispánicas con elementos caribeños; sin embargo, ninguno de ellos por separado le dan esa esencia religiosa que suele tener la jarana yucateca, incluso la participación de un jaranero suele ser para cumplir una promesa.

“La fiesta de los pueblos, aunque con momentos paganos, es sinónimo de religiosidad, de espiritualidad del maya moderno, incluso las corridas pues el toro se amarra al centro del ruedo, en un árbol o madera de ceiba, sagrado para los mayas precolombinos”, abundó Enrique Martin Briceño.

Mano a mano

El jefe del departamento de Patrimonio Cultural de la Secretaría de la Cultura y las Artes señaló que mientras más gente asista a la vaquería más exitosa es la misma, a la que contribuyen otros elementos como los “mano a mano” entre grupos jaraneros quienes buscan ganarse la fidelidad de nuevos seguidores.

Es un baile, explicó, donde sólo se sigue como regla el zapateo, pero es claro que en el, los hombres mostrarán su virilidad y su destreza para ganarse el interés de la pareja –cuando pertenecen a grupos diferentes- a fin de que sea su pareja de baile durante esta noche.

Sin embargo, Martín Briceño detalló que recientemente en estas fiestas se realizan concursos o “suertes de baile”, movimiento que inició en la década de los 70 con la aparición de ballets tradicionales en la ciudad de Mérida que buscaron folclorizar las fiestas, en muchos casos fueron “copiados” con éxito.

Ejemplo de ellos es el baile sobre almudes, cajones que servían de medidas para venta de granos sobre la cual zapatean, o la suerte de las botellas que consisten en poner sobre la cabeza una charola con varias botellas y bailar sin que estas se caigan.

Muchas jaranas que hoy se interpretan en las vaquerías, añadió, también forman parte de esta tendencia de folclorizar la jarana, en otros muchos casos, las jaranas provienen del teatro de revista, por ejemplo el que realizaba Rubén Darío Herrera y que por su sonoridad son incluidas en el repertorio tradicional.

“Timbalero”, el danzón “Teléfono de larga distancia”, “Calle 12”, son ejemplo de estas adaptaciones jaraneras y cuyo fin en muchos casos es destacar el virtuosismo de los bailarines.

Interés de jóvenes

Es tan importante la vaquería, que en muchos casos son los alcaldes o los comisarios ejidales quienes ayudan a conseguir los trajes y también contribuyen con el traslado del grupo jaranero, pues son como embajadores de su comunidad.

A lo largo de todo el año, expuso, encontramos fiestas tradicionales, aunque de mayo a octubre es cuando más festividades se dan, por ejemplo la Santa Cruz (3 de mayo), San Antonio de Padua (13 de junio), la fiesta de la Virgen del Carmen (16 de julio).

Además de Nuestra Señora de la Asunción (15 de agosto), San Miguel Arcángel (29 de septiembre) y San Francisco de Asis (en octubre).

Sin embargo, refirió Martín Briceño, pese a los aspectos de modernidad que se presentan, la vaquería es una tradición viva, con una profundo interés de los jóvenes por preservarla, una tradición que sólo tiene una pausa muy breve de espera y esta llega cuando las metales y el timbal anuncia los jaraneros acordes de “El Torito”.

(Información de Notimex)

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