13 reasons why

Internet y la era millennial no están cerrados al resto de las generaciones o los adultos...

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Internet y la era millennial no están cerrados al resto de las generaciones o los adultos. A veces, bajo una premisa aparentemente adolescente, se esconde un importante trasfondo de ayuda para entender una problemática social o una realidad no tan evidente a los ojos de los mayores de 35 años.

“13 reasons why”, una de las recientes series originales de Netflix, tiene detrás de su apariencia de “teen/millennial drama” un mensaje importantísimo para los padres de esta generación digital. La serie en streaming no ha pasado desapercibida por distintas razones: la crítica de algunos por considerar que invita al suicidio, otros, por sus aparentes fallos técnicos, y unos más, por su reparto de adolescentes estereotipados.

Honestamente, no considero que la serie sea para adolescentes porque los episodios, si bien pueden seguirse como un drama, muestras situaciones hartísimo conocidas para los estudiantes estadounidenses, e incluso mexicanos, que poco o nada pueden aportar a su realidad, más allá de modas o escenarios recurrentes o por imitar. No, el mensaje de “13 reasons why” es para los padres de los adolescentes.

Si bien la idea es seguir (al menos hasta su primera temporada) las grabaciones de Hanna Baker (Katherine Langford), la representación de los problemas que supuestamente la llevaron a suicidarse (sorry, no “spoilers”) la veo enfocada para un público de mayores miras que los jóvenes: sus padres, pues a través de los audífonos de Clay (Dylan Minnette), el espectador se adentra a ese mundo prohibido, oculto y complicado de la preparatoria, a los chismes, acoso, peleas y presiones sociales de sus hijos, que muy difícilmente podrán entender, porque tristemente no creen que tales cosas les puedan pasar.

Como padres (o tíos) creemos que los problemas de la juventud son los mismos con los que lidiamos en nuestra época, algo que, si bien en teoría es cierto, no lo es en cuestión de impacto y difusión. Por más que ser un “adulto digital” ayuda, no nos abre del todo las puertas a la era “millennial”, a los entresijos que encierran los problemas juveniles a través de es un teléfono inteligente y las redes sociales.

Tristemente, tendemos a minimizar los efectos de un insulto viralizado, una foto compartida o emoticón molesto en el “timeline”, tal como varios de los personajes adultos de la serie, nos reímos y damos por hecho que son sólo asuntos pasajeros, porque para nosotros así es, por ende, creemos que nuestros hijos, amigos o parientes jóvenes también lo ven de esa forma.

A través de “13 reasons why” los adultos podemos comprender el impacto de los viejos vicios a través de los nuevos medios de difusión. La serie es una oportunidad interesante para que maestros, directores y consejeros escolares descubran aciertos y errores en sus métodos para combatir el acoso en los planteles y el suicidio juvenil; a no dar por hecho que una plática poco planeada, un cártel con obviedades o un discurso moralizante, puede combatir un “hashtag” en redes sociales o una foto compartida a través de WhatsApp.

La serie no me parece que sea para adolescentes, aunque sus protagonistas lo sean, aunque la mayoría de las reacciones en redes sociales sean de jóvenes. La veo con mayor interés para entender a qué se enfrentan nuestros hijos, si caer en el cliché sobreprotector o desentendido del “mi niño es fuerte, le enseñé bien”, en especial, cuando muchos padres o maestros apenas y saben usar Facebook para compartir memes y saludos mañaneros.

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