A sus seis años dio sus primeros pasos gracias a una órtesis

Emiliano es uno de los 30 pacientes que llega con el ortesista y protesista para recibir un tratamiento.

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Al taller de órtesis y prótesis llegan personas con diversas discapacidades, pero pocos como Emiliano. (Adrián Barreto/SIPSE)
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Adrián Barreto/SIPSE
PLAYA DEL CARMEN, Q. Roo.- Emiliano, con seis años, pudo dar sus primeros pasos gracias a la asistencia que le otorga una órtesis que recorre desde su cintura hasta los pies; que fue fabricada por Jesús Raúl López Becerril en el taller que el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) tiene para esos menesteres.

Emiliano es uno de la treintena de pacientes que llega con el ortesista y protesista para recibir un tratamiento que les permita tener una calidad vida menos obstaculizada por las limitaciones físicas, que en el caso del pequeño viene de nacimiento: una especie de distrofia muscular que le impide mantenerse en pie por sí mismo y le mantuvo en silla de ruedas los primeros años de su vida.

Al taller de órtesis y prótesis llegan personas con diversas discapacidades, pero pocos como Emiliano. En el caso de las órtesis, la mayoría de los trabajos que Jesús Raúl hace son de plantillas para corregir defectos posturales y aliviar problemas de columna y rodillas.

En el caso de las prótesis ocho de cada 10 pacientes requieren sustitución de miembros inferiores que les fueron amputados como consecuencia de la diabetes.

“Es un problema, principalmente, por alimentación, por el tipo de comida que se acostumbra en la región”, reflexiona López Becerril.

Producción al mes

Al mes se entregan entre 20 y 25 trabajos terminados, pero diario llegan pacientes al taller que está en el DIF local, algunos para ver los procesos y por información, otros, para reparaciones de prótesis, y el número es indeterminado.

“Este taller da servicio a toda la zona norte del Estado. Vienen pacientes de Cozumel y Cancún, que es de donde más llegan, de Isla Mujeres, de Lázaro Cárdenas y Tulum. Incluso de Yucatán, vienen con una prescripción de CRIM (Centro de Rehabilitación Infantil Municipal) de Kantunilkín (…) una población alta con la que difícilmente nos damos abasto”, informa.

Las piezas tienen un proceso de un mes en promedio, pero a veces se extiende el tiempo porque especialmente con las prótesis se hacen pruebas y, si el paciente tiene molestias, se sigue trabajando con él, pues el servicio se da hasta que no tenga molestias ni riesgos de tener otra lesión.

Los pacientes llegan al taller porque es mucho más barato satisfacer ahí sus necesidades médicas que en lugares privados.

De acuerdo con Jesús Raúl, un prótesis puede triplicarse su costo; en el DIF alcanzan los 10 mil pesos –los pacientes pagan cuota de recuperación y deben comprar su material–, pero en las hortopedias particulares ubicadas en el Estado pueden alcanzar hasta 35 mil pesos.

Todos deben llegar aquí con una prescripción médica, ya sea de órtesis o protesis y sus características. No importa la institución médica de donde vengan, porque todos pasan por el CRIM para que entren al sistema y se le dé un carnet.

Si el paciente no trae prescripción, el médico de rehabilitación del CRIM lo prescribe, como fue el caso de Emiliano, pero ahora que cuenta con Seguro Popular, su rehabilitación se hace en el IMSS y no en el DIF, aunque periódicamente revisan su órtesis y se monitorea su avance.

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