Adultos se olvidan del miedo en la alberca

Las personas forman parte del Club de Natación de la Tercera Edad.

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La clase es impartida en la alberca olímpica, ubicada en la avenida Chichén Itzá. (Francisco Gálvez/SIPSE)
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Rubí Velázquez/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- “Las clases son como nuestra hora del recreo”, comentaron integrantes del Club de Natación de la Tercera Edad, para quienes el nadar y salir de su rutina diaria, hacen que aumenten sus ganas de vivir.

Animando a sus compañeras y titiritando de frío por sentir el agua helada de la regadera, por la que deben pasar todos los usuarios antes de ingresar a la piscina, Francisco Urbina Hernández, fue el primero en sumergirse.

“Para nadar con Mateo mi nieto”, fue la frase que salió de los labios del hombre de 74 años, quien desde agosto pasado forma parte del equipo de adultos mayores que dejaron de lado sus miedos, a fin de superar un reto más, “aprender a nadar”.

Originario de Cuernavaca, Morelos, pero radicado la mayor parte de su vida en Puebla, llega Urbina Hernández a Cancún en 2010 sin el “motor de su vida”, sus hijos, mismos que lo visitan en temporada vacacional junto con sus nietos, siendo Mateo el más pequeño de ellos, con un año cinco meses.

Al recibir una llamada de su hijo en julio pasado, le informaba que el niño había sido inscrito a natación aún sin antes caminar, reto personal para el orgulloso abuelo, quien se fijó el plazo de nueve meses en el aprendizaje y así, esperar en abril a su nieto con traje de baño y goggles puestos.

Luego de una ruptura amorosa, Esperanza Nava Vázquez, de 66 años, decide incursionar en la actividad, ya que sólo lejos del padre de sus hijos, constató el tiempo que perdió en hacer feliz a los demás, sin pensar en su propio bienestar.

“Aprender a disfrutar la vida sola no fue sencillo, pero valió la pena”, dijo con una sonrisa que se asomaba de entre el color rosa de su labial. 

“A esta edad, lo mejor es vivir para ti y hacer todo lo que desees”, fueron las palabras de Natividad Auria Enciso Urruiza, de 65 años, quien se incorporó ayer a las clases.

La iniciativa surgió de una recomendación médica; sin embargo, para la mujer es una oportunidad de conocer nuevos amigos y salir de la rutina del hogar, misma donde cada integrante de su familia es autosuficiente, lo que le permite a ella realizar las actividades de su preferencia.

Somos jóvenes, pero con experiencia”, es como describió a los integrantes del Club, quienes a su parecer en ningún momento deben perder la sonrisa y el amor por sí mismos.

La clase es impartida los días martes y jueves, de 9 a 10 horas, en la alberca olímpica, ubicada en avenida Chichén Itzá, y está a cargo del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF).

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