Lara Alfaro/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- El consumo de alimentos con fibra como la manzana, pera, jícama, chayote y zanahoria, desde los ocho meses de nacido, favorece el desarrollo del hueso maxilar, que es la base de una buena dentadura.   

Una alimentación concentrada en licuados hasta los dos años, repercute en problemas en la mordida, al no ejercitarse una correcta masticación, señaló Mónica Zabarain, ortodoncista del hospital Galenia.

“Cuando un niño deja el pecho se le debe dar alimentos con fibra que estén sancochados para que se ablanden un poco y picarlos, luego, cuando ya cuanta con sus primeras piezas dentales, estos se dan crudos y así se ejercita todo el sistema bucal”, añadió.

Ocho de cada 10 niños que llegan a la consulta, mencionó, presentan problemas en sus dientes al están apiñados, esto como consecuencia de un mal desarrollo de los maxilares.

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Otro de los factores determinantes para que mandíbula se despliegue, es la succión del pecho, lo que disminuye 50% las maloclusión, refiere el portal web sobre odontología para bebés.

En dicha página se informa que todos los bebés nacen con el maxilar inferior más pequeño en comparación con el superior,  y la lactancia favorece el avance de su posición.  

Cada tipo de diente, dijo la especialista, cumple una función diferente en el proceso de masticación, por ejemplo, los incisivos cortan los alimentos cuando los muerden, los caninos, que son los más largos y afilados, los desgarra;  los premolares los trituran y muelen, mientras que los molares se encargan de la masticación más enérgica.