Javier Ortiz/SIPSE
BACALAR, Q. Roo.-Productores de Bacalar pidieron la intervención de autoridades de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) para atender la proliferación del amarillamiento letal, enfermedad que está acabando con plantíos de coco en aproximadamente ocho poblaciones rurales.

Pascasio Morales Bautista, comisariado ejidal de Caanlumil, aprovechó una reunión que encabezó el delegado de esta dependencia federal, para señalar que, al menos ocho poblaciones circunvecinas a esa localidad, sufren los estragos de esta plaga, que está acabando con sus plantaciones.

El año pasado contactaron a técnicos del Comité Estatal de Sanidad Vegetal (Cesaveqroo) para informarles de la problemática que padecen; sin embargo, los expertos no han regresado, por lo que se encuentran indefensos contra este mal.

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Aseguró que no cuentan con las herramientas ni los insecticidas idóneos para combatir de manera efectiva la plaga. En su lugar, utilizan plaguicidas generales que, al parecer, no rinde los resultados esperados, pues la superficie afectada no deja de crecer.

El productor solicitó la presencia de técnicos especializados para que adopten medidas emergentes para acabar con esa plaga y orientarlos en el cultivo, ya que dice que los productores trabajan la tierra por su cuenta sin conocimientos científicos que les orienten para obtener una mejor producción.

El delegado de la Sagarpa, César Armando Rosales Cancino, indicó que se reunirá con personal del Cesaveqroo para conocer la situación y los motivos por los que no se han atendido a los habitantes perjudicados por el amarillamiento letal, pues si bien es cierto que existe escasez de recursos, también es una realidad que se tienen que tomar acciones, dijo.

El amarillamiento letal es una enfermedad causada por un fitoplasma, un parásito microscópico, entre un virus y una bacteria, que es trasmitido por un insecto que se alimenta de las hojas de cocoteros.

Las plantas que son infectadas por este mal mueren en un plazo de tres a seis meses,  aunque existen ciertas variedades resistentes.

Como su nombre lo indica, los ejemplares afectados se tornan amarillos, al secarse sus ramas.