Maniqueismo entre Manica, Ramos, Uber y Taxistas

La cacería se ha vuelto evidente, sin embargo, autoridades ‘no se dan cuenta’.

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El titular de la Sintra, Jorge Portilla Mánica, y su cognomen director de Transportes, Alejandro Ramos Hernández, se han dado al maniqueísmo, doctrina fundada con la filosofía que se basa en la existencia de dos principios, absolutos y contrarios, el bien y el mal.

Afirmó Jorge Portilla Mánica que Sintra no tiene quejas contra taxistas por ataques contra Uber. “Nosotros no tenemos evidencia de que en Cancún haya agresiones”, dijo.

Como arriba se señala, es incompatible tratar de coexistir ambos modelos de servicio público porque los taxistas agremiados parten de las necesidades de premisas electoreras con el resultado de acarreo de votantes, difusión en los “medallones” de los taxis más el voto cautivo de agremiados y familiares.

Indudablemente los taxistas reciben el abrazo que les brinda su protector, el diputado perredista plurinominal, Emiliano Ramos Hernández, quien tiene en Sintra a su consanguíneo como director de Transportes, Alejandro Ramos Hernández, se aduce, que es con el fin de mantener la conducción de proselitismo con los taxistas de su lado con fines electoreros. En el pugilato político.

Entre tanto, lo van conformando el referendo de los taxistas para la instauración de campañas proselitistas, las cuales tratan de imponer una y otra vez bajo el control, aún indefinido, de los gremios de taxistas pues la ambición política no tiene término de culminación por los que van puestos prestos o, eso creen, que van a otro escenario electoral.

Propiciado el golpe de gracia... llegó la desgracia.

Aliviar el despropósito emocional que han vivido conductores de Uber en algunos puntos de Quintana Roo, obliga repasar algunas incidencias para comprender que el accionar de la grey perredista, en términos de búsqueda electoral, no está alejado del menú que debe implementarse para desbordar las campañas con taxistas a favor de las causas solaztequistas. O de quien mueva la batuta en el concierto electorero.

Cercar para cazar a Uber no necesariamente es la clave prudente; la clave es la de retomar las prácticas del pasado priista donde se utiliza el destino de la organización disciplinada de los taxistas en la realización de campañas proselitistas con la movilización de los taxistas, por lo que aún hoy y mañana pegará, secuestrará y acorralará a los de Uber.

No importa que queden muertos y heridos los propios “cazadores” taxistas “cazados” por un vehículo fantasma, y que nadie demande ante la Sintra que fue por perseguir a un Uber. No. Como señala Jorge Portilla Mánica.

Estos son los gazapos operativos, discursivos, tácticos y logísticos que no se pueden sustituir con disputas intestinales y la lógica del funcionario malcriado, descreído, declarando escolias malhadadas. Lo que fue causa de desgracia, lo que va acompañado de ella o la constituye.

La catarsis de Uber

Víctima de las pasiones del ánimo de los taxistas mediante las emociones que provoca la contemplación de una situación trágica.

Uber y taxistas son dos sistemas de transporte antagónicos –férreos enemigos– por ende diametralmente opuestos en su dinámica al prestar el servicio público y la movilidad ciudadana, la economía de mercado parte de un principio fundamental, la iniciativa privada y los gremios, con ellos la libre oferta y la demanda.

La ley señala: cada oferta genera su propia demanda, el precio y servicio es el elemento que regula los flujos entre oferentes y demandantes, los desequilibrios son abismales, y el propio mercado los regula en función del nivel de precios, calidad y seguridad.

Este principio define la estructura organizacional de la plataforma denominada Uber en su calidad de traslado de los usuarios que lo prefieren en cuanto a su base económica que, a su vez, sustente la estructura jurídica e institucional del Estado.

Luego la propiedad privada de los medios de servicio por parte del sector público, los sindicatos de taxistas y Uber, en conjunción, con la libre oferta y demanda, son la esencia de la misma falta de norma según el mercado de usuarios que se trate.

Los sindicatos de taxistas son parte de otras premisas, señalan que la propiedad privada debe dar paso a la propiedad colectiva. La crítica situación de Uber ante los taxistas agremiados aduce que no dispone de más propiedad que su fortaleza de calidad y trabajo y no tiene que ser necesariamente esclavo de otros.

El Estado debe ser el organizador de toda la sociedad, la iniciativa individual de los ciudadanos debe dar paso a la iniciativa privada y no a la orquestada con visos electoreros como los gremios de taxistas que se convierten en promotores campañeros.

Cuando el pueblo detenta el poder desplaza toda estructura desfasada y obsoleta que exista en la sociedad hasta llegar a la etapa de rechazo, es en donde deben renovarse los taxistas imperantes y, entonces, todos deben ser iguales para dar el servicio a los usuarios.

La historia reciente ha demostrado que esa etapa de transición al pretender ligar en una misma suerte a Uber y a los colectivos de taxistas, se ha creado un monstruo de dificultades que hace la vida de los usuarios imposible de sustentar.

Sucedió en la ciudad de Cancún, en donde el odio llegó a tal magnitud, desgraciadamente, con la muerte de un taxista quedando mal herido otro y, con ello, la dilación con la contemplación de algunos funcionarios y legisladores que ven como vehículos de campaña proselitista a los taxistas agremiados.

Se tiene que legislar una ley para dar cabida a esa transnacional empresa de Uber y otras plataformas virtuales, e iniciar un profundo proceso de movilidad de transporte público en las ciudades con mayor densidad demográfica y parque vehicular. Apercibir con castigo a los taxistas que se dedican al desarrollo bélico contra Uber.

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