Aguas negras del Potomac

El fundador de Facebook ante el congreso de Estados Unidos por el escándalo de la privacidad vulnerada.

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Mister Zuckerberg goes to Washintgon. Durante dos días, pocos fueron los que no estuvieron pendientes de la comparecencia del fundador de Facebook ante el congreso de Estados Unidos por el escándalo de la privacidad vulnerada. El ‘líder’ de los emprendedores web, frente al rancio poder de la autodenominada primera democracia del mundo. 

Más allá de las frases y chistes, hay tres detalles que podemos rescatar de la presentación de Mark ante los representantes y senadores gringos. De entrada, resultó interesante que varias de las preguntar de los congresistas fueron, sino básicas, bastante pueriles en comparación con el asunto principal que había que tratar. En algunos momentos, parecía que Zuckerberg estaba en un seminario sobre cómo usar Facebook; en otros, parecía un episodio de South Park cuando le reclamaron sobre el largo documento de las políticas que hay que aceptar (y que nadie lee) para usar Facebook, o sobre Messenger Kids y los informes sobre uso de redes sociales en menores. 

Parecía que las preguntas, y sobre todo las ideas de los congresistas, siguen ancladas hace una década, como de hecho uno que otro mencionó ya fuera de la sala, al hacer alusión al “desmedido y libre2 crecimiento de las empresas digitales. Vamos, que se perdió mucho tiempo en preguntas sobre dónde dar clic para retirar o colocar información, que las necesarias para que Mark explicara, de pi a pa, por qué Facebook no tomó medidas más severas, siendo que desde hace nueve años, se sabían de las filtraciones de información en la plataforma, y en cada una, el fundador de la red social promedio que sería la última vez que ocurría. 

El segundo punto es un tanto más extrapolado, pero muy sonado en varios medios e ideólogos digitales. Zuckerberg, con todo y el “mea culpa” del primer día, no dejó clara una verdadera disculpa sobre el mal uso de la información de los millones de usuarios, y eso es porque él sabía lo que estaba pasando y no lo vio incorrecto… y de hecho, en esencia no lo es. Todas las redes sociales viven de la información que se colecta en ellas; los perfiles de usuario que tanto se critican de Cambridga Analytica se realizan en todo momento y lugar, incluso en el mismo Facebook y con nuestro permiso implícito y tácito. 

El meollo se explica en el tercer punto: la falta de regulación real en internet. Con este caso, Facebook y el-buena-onda de su fundador, dieron un buen espaldarazo a quienes demandan poner cotas, reglas, precios y medidas a la web. La tan necesaria independencia y libertad de os medios digitales no está en peligro “inminente” de desaparecer, pero gracias a Zuckerberg, ahora habrá millones de voces más a favor de controles más estrictos, y no sólo del lado de los malvados republicanos, sino de los mismos celestiales demócratas: los primeros (según el imaginario mexicano) en favor de medidas orwellianas para el control de la sociedad; y los segundos, para regular el crecimiento de las empresas online. Y todo, gracias a un CEO que se creyó un correo-e diciendo “Ya borré la información que solicitaste eliminar. Con amor, Cambridge Anaytica”. 

Tequila y Vodka 

Zuckerberg sí mencionó a México. Sólo una vez, y dentro de una lista de los procesos electorales de mayor valía a los que habrá que colocar candados para evitar la injerencia desde la red social. 

Muchos se han burlado de la “trama rusa”, pero si quitamos los chistes y apagamos un rato RT, encontraremos que sí existen riesgos de manipulación de votantes a través de redes sociales. Y si no nos cree, entre a Twitter y cheque los trending topcis políticos: dele un vistazo a los retweets y descubrirá, con horror, que ninguna tendencia es real. Todos fueron sembrados.

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