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El que esté libre de pecado, que lance el primer tweet, bien puede decir cualquier mesías digital hoy en día, el resultado será el mismo que el relatado por los evangelios sobre Jesucristo en el templo: nadie apedreará a la mujer. 

Pasan las semanas y el tema de Facebook no se acaba, y es bueno saber que el pequeño gran escándalo no tiene para cuando terminar. Desde revelaciones sobre la cantidad de información que se compartió con #CambridgeAnalytica, la forma en que ésta uso los datos para crear noticias falsas hasta en Kenia, pasando por #Grindr y su #GrindrGate sobre las personas con VIH sida, lo cierto es que todas las redes sociales tienen tela de dónde cortar, sólo que no a todas les ha llegado su momento. 

Twitter, Tinder, Instagram, Google... nadie se salva ni tiene forma de evitar la sangría de información, en gran parte debido al principal responsable: nosotros, los usuarios promedio, que permitimos que compartan no sólo nuestros datos personales básicos (correo-e, ubicación, edad y demás) sino los datos de navegación. 

Y eso sucede porque, a nuestro entender, la sociedad aún no capta la importancia de la información: para la gran mayoría de los usuarios y la gente fuera de línea, sólo el dinero, lo material puede ser medible, por ello no entiende los peligros que existen en regalar su vida a las aplicaciones del teléfono que indiscriminadamente bajamos, muchas veces, sólo por seguir la moda. 

En México imagínense si será peor la cosa, pues aunque hay 71.3 millones de usuarios de internet, la mayoría no ahondamos en la vida digital, sólo "googleamos" sin comprender la tecnología que estamos empleando. Eso debe cambiar, pero hasta ahora ningún candidato ha sido cuestionado sobre su postura ante el cambio que representan las tecnologías de la información o las estrategias de alfabetización necesarias que pasen ya del básico “cómo prender la computadora, cómo usar un procesador de textos y hoja de cálculo”. 

Cierto, en las universidades y talleres de México Conectado se enseña más que Word y Excel, pero en la vida cotidiana pocos saben realmente qué hay detrás de los teléfonos inteligentes. Somos, la gran mayoría, ignorantes sobre la información que compartimos sin darnos cuenta, lo que significa tener acceso a la información, y que ésta tenga al alcance la nuestra. 

Casi podríamos dar por sentado que los aspirantes presidenciales (que son los que tienen que hablar de este tema) no dirán gran cosa, en parte porque la desinformación forma parte de las oscuras estrategias de campaña en la red, llena de bulos y noticias falsas tratando de emular a #CambridgeAnalytica, pero sin ensuciarse las manos. 

Por ello tengamos en mente que las #Elecciones2018 no se deciden en las redes sociales. En éstas se difunde, se informa y se hace proselitismo, pero jamás de los jamases, definirán al ganador, pues las tendencias pueden ser engañosas. Dentro y fuera de línea, la elección se decide el 1 de julio, en las urnas.

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