Teresa Pérez/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- Con mochila al hombro, Roberto Narro Llorente, dermatólogo con subespecialidad en oncología, un 9 de septiembre pero de 2010, tomó carretera hacia un sólo destino: Cancún.

Lo acompañaban sus sueños y la enorme necesidad de demostrar en los cancunenses su experiencia adquirida en los mejores nosocomios del país sobre enfermedades de la piel.

Apenas había cumplido 32 años cuando decidió pisar tierras quintanarroenses.

“Recuerdo aquella primera plática con mi mejor amiga, Martha, quien fue la que me animó a residir en su entidad, su razón era porque no había especialistas en dermatología oncológica y nosotros podíamos ofrecer esa posibilidad”, explicó.

Iniciarse lejos de su hogar no fue tan fácil, estaba con mucha incertidumbre, por un lado, era la posibilidad de crecer, y por el otro, dejar su Tampico querido.

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Motivado por dejar huella a su paso, emprendió su proyecto de vida en un destino que prometía un mejor futuro y mayor proyección en su carrera.

“Aún recuerdo como si fuera ayer aquél primer contacto que tuve con el mar azul turquesa, me enamoró al instante y aquí estoy agradecido por lo que me ha dado esta tierra”, agregó.

Su primera experiencia laboral

Mi primer trabajo al llegar a Cancún fue en los consultorios de farmacias del Ahorro, me sentí frustrado, no había encontrado un lugar disponible en las instituciones públicas.

“Hoy entiendo que fue el medio que necesitaba para seguir adelante con mis sueños y ver lo que tenemos construido, un Centro de Dermatología Integral de alta especialidad en patología y oncología dermatológica”, dijo.

Como meta, Roberto proyecta a mediano plazo que Cancún tenga su propio hospital dermatológico y que aquellos pacientes con bajos recursos tengan un lugar para mejorar su calidad de vida y disminuir la estadística de cáncer de piel.

Este año entregó la presidencia de la Asociación de dermatólogos en la entidad, y actualmente tiene el cargo de vocal. Para el especialista ser médico es un compromiso al servicio que lleva tatuado en la piel.

Lo que más disfruta es la convivencia con su esposa, Iris, también dermatóloga, y salir a caminar, preparar una cena, ir al cine, viajar, escuchar música, etc.