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Un buen filme que no ganará premios pero probablemente se convierta en pieza de culto. (Foto: Contexto/Internet)
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Por Rafael R. Deustúa

Hace años que faltaba una heroína dura en el cine, estaban Milla Jovovich o Kate Beckinsdale, pero una lucha con zombis, la otra con vampiros y licántropos, dejando de lado la inmisericorde realidad del crímen. “Atómica” llena el hueco con una espía inteligente, seductora y brutal, un personaje interesante en una historia de narrativa extraordinaria.

Lorraine Broughton aterriza en Berlín en noviembre de 1989, fue enviada a investigar quién asesinó a otro espía británico y robó una lista con identidades de espías de todos los bandos. Apenas baja del avión la secuestra la KGB y a partir de ahí su misión sólo se complica cada vez más.

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El filme no se basó en cualquier cómic, sino en uno de Antony Johnston, autor que trascendió formatos al contar sus historias -”The coldest city”-, videojuegos -“Dead Space”-, novelas y ensayos. La particularidad de Johnston es que su calidad narrativa se equipara a la de grandes maestros del espionaje, como John LeCarre, que favorecen un tono oscuro y realista en una trama inteligente.

Siendo inteligente el libreto pero a sabiendas de que es la acción la que vende, reclutaron a David Leitch -uno de los directores de “John Wick”- para dirigir la cinta lo que nos brinda un balance más cercano a la serie de Jason Bourne. Leitch logra momentos extraordinarios, como un largo plano secuencia donde Broughton escapa de un ataque a través de un edificio y luego en un coche dando una creciente sensación de claustrofobia.

Charlize Theron cumple con la fuerte responsabilidad de dar credibilidad al protagónico, si ella fallaba la cinta no valdría nada pero sale avante con un rol difícil y más pasados los cuarenta, lo que fortalece el feminismo del filme. Lorraine es un personaje bien logrado con pocas pinceladas.

Parte de la fuerza de Broughton se da gracias a los secundarios, donde destaca James McAvoy, como el contacto de ella en Berlín. Sophia Boutella, John Goodman, Til Schweiger y Eddie Marsan, entre otros, completan un reparto que trabaja muy bien.

La dirección de arte es extraordinaria al recrear el Berlín previo a la caída del muro en vestuario y escenografías que contrastan el glamour del oeste con la paranoia del este. Se apoyan fuertemente en una muy buena banda sonora.

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