Felipa Ramírez Anderson, una chetumaleña hasta los huesos

Nació y vivió en una casa junto al Palacio de Gobierno y ha sido testigo del crecimiento de la ciudad por más de 40 décadas.

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'Fue mi niñez una experiencia inolvidable de aquellas épocas, cuando todos eramos una sola familia, no había distinción entre pobres o ricos' (Joel Zamora/SIPSE)
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Ángel  Castilla/SIPSE
CHETUMAL, Q. Roo.- Mujer sencilla, sincera y directa, con profundo amor al terruño, al cual defiende a capa y espada en cualquier momento y en contra de quién sea, así es Felipa Ramírez Anderson, chetumaleña hasta los huesos.

¿Cuál es el primer recuerdo que llega a su mente del Chetumal de antaño?

Suspiros largos y profundos… Fue en mi niñez, una experiencia inolvidable de aquellas épocas de nuestro querido Chetumal, cuando todos éramos una sola familia, no había distinción entre pobres o ricos. Crecí en un ambiente muy bonito con buenas personas y es lo más hermoso de mis recuerdos.

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¿Dónde creció doña Felipa?

Yo viví junto al Palacio de Gobierno, la primera casa de la avenida Juárez, número uno, fue ahí donde nací, mi mamá Florencia Anderson Acosta, llegó al Territorio a la edad de dos años con su abuela, ellas vivieron enfrente, en Consejo y de este lado tenían su ranchito. Cuando Othón P. Blanco llegó a Chetumal la abuela de mi mamá ya vivía aquí a lo que entonces era Payo Obispo. Mi papá fue Gonzalo Ramírez, militar, vino caminando con otros compañeros desde Mérida, hicieron escala en Tekax, para posteriormente llegar aquí a Chetumal a poner su destacamento, muchos de los militares se quedaron en el camino por la malaria y paludismo.

¿Cuántos años vivió en esa casa?

¡Solamente 30 años!, (Risas)…

¿Cómo recuerda el Chetumal de esos años?

Chetumal era prácticamente donde empieza el hotel Los Cocos para abajo, hasta llegar a Punta Estrella, el famoso barrio Julubal, junto a lo que ahora es el Tribunal Superior de Justicia, del otro lado llegábamos hasta donde ahora está el Congreso del Estado, el faro y la entrada de Chetumal, lo que ahora es la avenida Álvaro Obregón, que se construyó después del paso del huracán Janet, en 1955.

 ¿Cómo ha cambiado nuestra ciudad después del huracán Janet?

Bueno, pues resulta que muchas personas se fueron, familias enteras se fueron a Belice, Mérida y hasta Ciudad de México, recuerdo que vinieron los aviones que los transportó de manera gratuita. Mucha gente optó por ir a vivir a otro lado, a formar su historia, familia y trabajar.

¿Por qué se quedaron?

Mi mamá no se quiso mover, decidió quedarse, éramos cuatro hermanos, Gonzalo, y mi mamá, mi papá ya había fallecido, solamente mi hermano Gonzalo, el mayor se fue a la ciudad de Mérida. Nos quedamos a sufrirle y pues gracias a Dios salimos adelante, precisamente por el compañerismo, la amistad y unión de la gente, que al igual que mi mamá decidieron quedarse aquí en Chetumal.

¿Cómo sobrellevaron la situación?

¡Con mucho esfuerzo!, ayudándonos entre todos, recuerdo que existían familias con 10 hijos… ¡imagínate!, cosa que era normal en esos años, pues mi mamá les mandaba un poco de comida, o que fulanita acaba de tener gemelos, pues a llevarle un poco de atolito y viceversa. La gente se fortalecía, se unía en torno a las necesidades humanas de aquel entonces, por eso te digo que no se notaba o no existía esa “pobreza” que desafortunadamente es muy notoria en estas fechas.

Doña Feli…

¡Aahh… y para qué te cuento, en ese entonces comíamos puras cosas de importación!

¿Por qué no emigró al igual que su hermano?

En ese entonces se hacía lo que tus papás decían, cuando mi mamá decidió quedarse pues estaba muy niña, si tuve oportunidades de irme con familiares a Mérida o Oaxaca, pero, tuve una vida tan feliz que decidí vivir y forjar mi familia aquí, que también es donde conocí a mi esposo, Jaime Regalo Torres, que vino a poner la primera piedra del ingenio azucarero en Álvaro Obregón y después a buscar los pozos de González Ortega para la conducción del agua potable. ¡Me casé con él y bueno… (risas)

¿En qué año se casó?

Nos casamos en 1965, y vivimos juntos 48 años, hasta que El Creador lo llamó, tengo cuatro hijos, un varón y tres mujeres

Usted siempre ha estado en la labor de gestión social

Bueno, después de casarme y tener a mis hijos, tuve la oportunidad de trabajar en beneficio de muchísima gente; muchas amigas incursionaron en la política, entre ellas, Sara Muza Simón, quien fue la que me invitó a participar y a forjar las bases, pues si, por qué no decirlo, abrir las puertas para lo que hoy es la política de nuestra ciudad y del estado.

Prácticamente todos conocemos a Felipa Ramírez Anderson

(Risa)Todo lo hicimos de corazón, con mucho gusto y si la vida me diera la oportunidad de volver a hacer todo lo que hice, desde luego que lo hago.

Le recuerdo perfectamente en el área de gestión social

¡Exactamente!... siempre fue mi fuerte

Fue hasta candidata para gobernadora

No hay satisfacción más grande en la vida que servir a la gente de tu tierra, de tu estado y fue una idea que me emocionó mucho, tener la oportunidad deservir a los quintanarroenses.

¿Se ha perdido la hermandad entre los chetumaleños?

La verdad es que sí, somos un grupito los que seguimos frecuentándonos, pero, si nos hace falta un mayor unión, pero hay vamos, hay vamos

¿Cómo se puede lograr, volverse a unir?

Pues bueno, hay que predicar con el ejemplo y creo lo hemos estado haciendo

¿Tenemos Felipa Ramírez Anderson para muchos años?

Para… hasta donde me alcancen las fuerzas (risas)… o me lo permitan los cinco nietos, el mayor de 24 años y menor de 14 años.

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