Vendedores de comida, sin control sanitario

Los comercios ambulantes en Xul-Há, no son vigilados por las instituciones.

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La Cofepris dice que no es su responsabilidad, mientras que el ayuntamiento capitalino informa lo mismo. (Javier Ortiz/SIPSE)
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Javier Ortiz/SIPSE
CHETUMAL, Q. Roo.- Los negocios de comida semiambulantes instalados sobre la carretera federal en Xul-Há, no han sido supervisados por Cofepris ni el Ayuntamiento de Othón P. Blanco, a pesar que no cuentan con medidas de salubridad.

Roger Peraza Tamayo, secretario del Ayuntamiento de Othón P. Blanco, señaló que es responsabilidad de la dirección de Protección contra Riesgos Sanitario (Cofepris), la revisión de esos negocios porque expenden alimentos, por lo que el Ayuntamiento no ha realizado ninguna supervisión de este tipo, como lo solicitaron hace más de dos meses los habitantes de esa demarcación.

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Miguel Alejandro Pino Murillo, director de la Cofepris, aseguró que es responsabilidad del Ayuntamiento de OPB porque son negocios considerados ambulantes, por lo que ellos no tienen incumbencia, a pesar que, reconoció, recibieron una solicitud de este tipo por parte de los habitantes de esa localidad.

En un documento con fecha 25 de octubre, los vecinos de Xul-Há, solicitaron la revisión de esos negocios, que consideran, representan riesgo de salud para los comensales que transitan por esa importante arteria federal.

Señalaron que los negocios son de tipo semifijo y por lo mismo no cuentan con medidas higiénicas respectivas, la parte posterior se convierte en enorme laguna de lodo cada que llueve y los malos olores se perciben hasta las mesas, porque los animales que deambulan en la zona se encargan de mover el barro.

No cuentan con lavamanos y las cocinas se encuentran expuestas en la parte posterior donde se preparan los alimentos, los trastes que se utilizan para servir los guisos, son cubiertos con algunos trapos para evitar las moscas.

María Petrona Balam Canché, vecina del lugar, lamentó que las autoridades no cumplan con su función, a pesar de que diario se exponen cientos de viajeros que ingieren sus alimentos en esos negocios.

“Desgraciadamente esperarán que muera el niño para tapar el pozo”, como sucedió en Bacalar cuando un pequeño ingirió pollo descompuesto que provocó su fallecimiento, desde entonces obligan a los negocios adoptar medidas de salubridad. Pero en Othón P. Blanco, las autoridades de hacen de la “vista gorda”, señaló.

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