Teresa Pérez/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- Angelina a sus 88 años de edad pasa el mayor tiempo al pie de una hamaca y frente al televisor. Sus articulaciones se han deteriorado conforme avanza su edad, al grado de no poder sostenerse en pie, sin embargo, ella vive recordando aquellos años de juventud cuando era la cocinera del pueblo.

Actualmente está bajo el cuidado de su único hijo de 55 años de edad quien muy orgulloso de ella, siempre a quien la visita, la hace que comente sus anécdotas con los demás.

Una modesta vida 

En punto de las 10 de la mañana llegamos a la casa de Angelina García Reyes, su hijo se disponía a calentar el desayuno en aquella pequeña estufa casi destartalada. La casita era una sola habitación, en la que se distribuía el área de entretenimiento, una televisión a color de las de caja, una mesita de madera en la que estaban los trastes de cocina y una estufa de color blanca que a los costados estaba tapada con tarimas de madera.

El manjar de aquella mujer con cabello blanco y rizado sería un tamal de hoja de plátano y una taza de leche con chocolate. Se encontraba sentada en una silla roja en espera de sus alimentos, mientras, se distraía un poco con el televisor. Junto a ella se encontraba una andadera de fierro con algunas partes remendadas y a su espalda una hamaca dispuesta para cuando decidiera tomar su siesta.

Extendió su mano para un saludo fraterno, se limpió las comisuras de su boca y sonrió ante la llegada inesperada de la visita invitándonos a sentarnos junto a ella. Todo alrededor estaba lleno de recuerdos.

La epoca de oro de los chicleros 

Al recordar sus mejores años de juventud, su mirada se cristalizó y con una sonrisa comenzó a platicar aquél día cuando decidió trabajar de cocinera para el grupo de 23 chicleros. Angelina había sido la primera cocinera del pueblo de Santa María, esto en la época de oro de los chicleros en Quintana Roo en la década de los 40.

Desde las dos de la mañana comenzaba el ajetreo, debía realizar más de 100 tortillas hechas a mano para el momento de alistar los desayunos. Comenta que nadie podía llevarle el paso, muchas se sorprendían con la rapidez que tenía al cocinar en volumen. Angelina, se mantuvo más de 15 años y así sacó adelante a su hijo y el negocio se vino abajo cuando la empresa de Santa María cerró y cada quien se dedicó al campo.

Comenta que de los platillos favoritos de los chicleros eran cuando cazaban jabalí, venado, faisán, y los complementaba con arroz y frijoles. Los primeros años tenía 10 clientes y ya en la última temporada de chicle eran más de 23. Para entonces Angelina ya tenía a una persona más que le ayudaba a tortear las tortillas, porque el guiso era únicamente hecho por ella. Después de un rato de charla, se dispuso a degustar el desayuno y se despidió con una gran sonrisa dibujada en su rostro recordando aquellos días en la que las trukes el corte de palo de tinte, chicle, vainilla, cedro y corcho hacían del lugar un sitio de grandes riquezas.