¿Eres adicto a la comida? Descúbrelo

Algunas personas encuentran en los alimentos la única solución a sus problemas.

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Lara Alfaro/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- “De niña, cuando se burlaban de mí, comía… En la adolescencia el sentimiento de culpa por mi peso me llevaba a comer más, ya en la adultez llegaba tarde al trabajo, me iba entre horas laborales y salía antes de mi horario para comer, cuando mis amigas me preguntaban si ya había comido, mentía para volverlo hacer”, estas son algunas vivencias que refleja Carmen N, comedora compulsiva y fundadora de un grupo de autoayuda que reúne a 25 personas en la ciudad.

Con una actitud un poco nerviosa, Carmen N cuenta su historia, de cómo poco a poco su vida fue girando en torno a la comida, hasta llegar a la adicción. 

“Desde que era niña notaba que mi principal satisfacción era comer, cuando tenía alguna dificultad en mi casa o problemas con mis amistades salía corriendo a comer algún dulce, ya entre los ocho y 10 años me volví un poco más sedentaria, y se empezaron a notar los kilos de más”, dice.

Recuerda que su mamá le decía que la comida era para todos en la familia y la regañaba constantemente, mientras ella le prometía que comenzaría una dieta si le compraban algún regalo, promesa que nunca cumplió.

“Cuando caemos en una adicción no tenemos la capacidad de diferenciar las cosas, no sabemos que lo que hacemos es destructivo y, como todos los adictos, tienen que tocar fondo para reaccionar, llegué a pesar 90 kilos, casi no podía caminar, me dolían las rodillas y emocionalmente estaba muy mal”, añade.

“Cuando caemos en una adicción no tenemos la capacidad de diferenciar las cosas..."

La luz en el camino de Carmen llegó gracias a un conocido que asistía a un grupo de Alcohólicos Anónimos (AA), fue luego de una conversación cuando se dio cuenta que su problema se asemejaba al de su compañero y decidió asistir a las reuniones para narrar su experiencia.

“Para ese entonces vivía en Villahermosa y por cosas de la vida me vine a vivir a Cancún, y uno de mis objetivos fue encontrar a grupos de ayuda, pero no lo conseguí, mientras tanto, iba a AA y allí conocí a una amiga que era alcohólica y comedora compulsiva, entre ambas fundamos el grupo de Comedores Compulsivos Anónimos (CCA) y empezamos a invitar a personas”, revela. 

Después de 27 años en la agrupación, Carmen N inició una dieta saludable y empezó a tomar conciencia de la importancia de consumir alimentos sanos. 

“Ahora soy vegetariana, cuando veo los cambios físicos me motivo para continuar, debo admitir que es difícil no recaer, ya que la comida siempre va a estar allí, no podemos decir que estamos curados, sólo aprendemos a controlarnos”, finalizó. 

“Volqué mi ansiedad hacia los alimentos”

El caso de Ángel N, miembro de CCA, nos brinda otra perspectiva sobre el problema de los comedores compulsivos, él no es una persona obesa y nunca lo ha sido, su trastorno consiste en atracones de comida y luego laxarse para evadir el sentimiento de culpa.

“Vengo de una familia de muchos hermanos, un padre alcohólico y una madre neurótica, no los culpo de mi problema, pero el contexto es importante. No tuve una infancia fácil, lo que me llevó a sentirme muy ansioso y volcar todo ese sentimiento hacia los alimentos”, revela.

Nunca supe, manifiesta Ángel con una actitud muy calmada, que estaba enfermo y cayendo en una variante de la bulimia, pensaba que este trastorno sólo lo padecían las modelos, hasta que un día, en una fiesta me comí el pastel completo y me di cuenta que no podía seguir buscando culpables, y peor aún, no encontrar soluciones, fue entonces cuando entré al grupo en busca de serenidad.   

Ángel lleva 11 años en CCA, el primer día pensó encontrarse sólo con gordos, pero se dio cuenta que no hace falta tener sobrepeso para padecer esta enfermedad. 

“Al principio tuve resistencia al cambio, tenía la idea que lo que debía hacer era una dieta y bajar de peso, era sólo un engaño, el trabajo es mantener la calma ante la comida y saber cuándo parar”, añadió.  

Ahora come alimentos nutritivos y a las horas indicadas, trata de evitar los lugares donde haya mucha comida y confiesa que ha tenido sus recaídas.

“Al principio tuve resistencia al cambio..."

“Esta es una adicción muy difícil de manejar, el alcohólico puede tapar la botella y dejar de tomar, en cambio nosotros no podemos dejar de comer, así que lo que queda es estar sereno y tener compromiso, sobre todo con el grupo”, indica.

Llenan con comida el vacío que sufren

Patricia Esqueda de Anda, psicoterapeuta del Centro de Psicodiagnóstico y Psicoterapia, señala que una adicción es toda aquella conducta que se vuelve repetitiva, y son adquiridas en la etapa de dependencia de una persona, que abarca desde el nacimiento hasta los tres años de edad. 

“Según Freud, hay estados de desarrollo y uno de ellos es la parte donde dependemos de nuestros padres, en esta etapa somos más receptivos, dependiendo del entorno en que se desarrolla una persona, esta se volverá más dependiente a ciertas cosas, una de ellas puede ser la comida”, asegura.

Los comedores compulsivos, agrega la especialista, tratan de llenar un vacío, pero lo hacen con alimentos que no son nutritivos y en porciones grandes, no se dan cuenta del daño a su organismo, sino luego de mucho tiempo, cuando su estado físico colapsa. 

Esqueda de Anda afirma que lo que hacen las personas que tienen alguna adicción es sustituir una dependencia por otra, el caso de los comedores compulsivos como el de los alcohólicos, es cambiar su apego a la comida o al alcohol por la de los grupos de ayuda. 

“Aparte de asistir a las sesiones de las agrupaciones, estas personas deben tratar de comer sin hambre, para evitar los atracones, establecer horarios y porciones, además de trabajar con un grupo multidisciplinario de médico, psicólogos y los miembros de CCA, para poder atacar todos los ángulos de la enfermedad y así lograr su independencia”, recomendó.

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