El primer informe de la administración benitojuarense 2016-2018 era de los más esperados. Se trata del municipio más poderoso en términos demográficos, económicos y políticos. Debido al periodo de gobierno acotado a dos años, y por su calidad de “oposición”, es vital lo que suceda en Cancún para el resto del estado. Más en un contexto electoral.

De la exposición a cargo del presidente Remberto Estrada, se puede deducir que su proyecto se soporta sobre tres ejes: el financiero, la infraestructura y la seguridad. Por supuesto, ello no debiera implicar el descuido de otras áreas. Pero son los tres que concentraron el énfasis de la alocución.

Del trío temático, el financiero debe analizarse meticulosamente porque la fortaleza de los números es clave para exponer la rendición de cuentas y consolidar lo comprometido. Dice la expresión coloquial: “con dinero baila…”. Así es que con números positivos, es posible desarrollar los planes en infraestructura y seguridad.

¿Cuál es la noticia al respecto? En el informe del lunes pasado, Estrada aseguró: “La calificadora de valores Fitch Ratings ha reconocido nuestro manejo de las finanzas públicas y ha incrementado la calificación crediticia del Municipio a ‘A-’, algo que no ocurría hace 14 años. No nos hemos endeudado e incrementamos nuestra calificación. ¿Esto a quién le beneficia? Esto le beneficia a la gente”.

Allí radica probablemente el espíritu del mensaje. Porque si no hay endeudamiento; si se mejora la calificación crediticia, y se cuenta con un presupuesto histórico gracias a las gestiones ante la Cámara de Diputados (más la recaudación propia en incremento y los fondos tanto estatales como federales), se esfuman los “números rojos”, un problema recurrente para dicho ayuntamiento.

No debe olvidarse que hubo ex presidentes encarcelados por saqueos al erario, las crisis económicas redujeron al mínimo la capacidad de maniobra gubernamental, los préstamos fueron la salida fácil y la deuda con proveedores fue una constante. Es decir, atrás están quedando las excusas típicas del “no hay” o “no dejaron”, lo cual no significa recurrir al derroche, desechando la austeridad que ha servido para poner ahora orden interno.

Hace un año, cuando este gobierno inició funciones, se emprendieron las gestiones para obtener un presupuesto adicional ante la bancada del partido en el poder. Son 630 millones de pesos para más de 100 acciones y obras que deberán empezar a notarse a fin de año. Lo mismo en materia de seguridad. Los otros dos ramos prioritarios, insisto, esperan la inyección de dichos recursos para dinamizarse.

Para el próximo año –ha dicho el mismo presidente– van por 700 millones más, los cuales, de lograrse, serían el antídoto definitivo para muchas carencias y evidentes rezagos. Aunque los retos y las insuficiencias no cesarán. Sin embargo, con más dinero sería más fácil cumplir las metas, no solo para los cancunenses, sino también para todos los quintanarroenses por el peso del municipio referido al principio.

Eso no incumbe solamente a los habitantes: de igual manera a los integrantes del gobierno estatal, con quienes están trabajando de manera ágil, aun cuando la burocracia refleje lentitud en la entrega de recursos o permisos.

El primer edil y su equipo configuran unas condiciones no vistas hace muchos años en un Cancún mal acostumbrado ya a las cifras negativas por culpa de ex autoridades irresponsables en la encomienda conferida.

Desorbitado

La expectativa crece para saber qué se informará en los ayuntamientos oficialistas: Solidaridad, Othón P. Blanco y Cozumel. Este último, más por morbo. Su presidenta, Perla Tun, es la alumna menos aplicada de la clase. Aun así, cuentan que sueña con la reelección permitida desde el próximo proceso electoral. Deberá analizarse con rigor.