Jóvenes cancunenses reciben el golpe del amor

De un total de 20 mujeres entrevistadas, tres aseguraron haber vivido maltrato físico o psicológico de parte de su pareja.

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Las mujeres entrevistadas que afirmaron haber sufrido violencia física o psicológica tienen entre 18 y 26. (Foto de Contexto/Internet)
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Rubí Velázquez/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- Conmemorando el Día Internacional contra la Violencia de Género, de 20 mujeres entrevistas en un rango de edades de 18 a 68 años, 13 personas de más de 45 años afirmaron no haber sufrido en ningún momento a lo largo de su vida, agresión de ningún tipo: física o psicológica. Mientras que los siete casos restantes de entre 18 y 26 años, destacaron haber sido víctimas de este problema.

La salida resultó ser la entrada a otro infierno 

Para Claudia de 26 años, el cortar con una vida de abuso le costó no volver a ver a su hija. Comentó desde niña ser violentada físicamente por su padre drogadicto, quien todas las noches la golpeaba al igual que a su madre y a sus dos hermanas.

A los 18 años “buscando una salida” se embarazó y contrajo nupcias, alejándose del maltrato fisco, pero incursionando en el maltrato psicológico e infidelidades que su pareja le brindaba.

Los que siguió a decir de Claudia ha sido lo más doloroso de su historia, ya que escapa llevándose en brazos a su hija de casi dos años de edad, pero le fue arrebatada por la ley dos años más tarde, cuando el padre de la menor solicitó la custodia argumentando abandono de hogar.

Otro caso es Fernanda con 20 años de edad, victima de violencia en más de una ocasión. Destacó que en su infancia fue lastimada por los comentarios de sus compañeros de escuela, quienes por su aspecto constantemente le gritaban palabras como “niño” o “marimacha”, por lo que su autoestima se vio afectada a lo largo de su educación básica.

A los 18 años Fernanda aseveró conocer a su segundo agresor, se trataba de su pareja, quien entre juegos comenzó a dar señales de agresión con “palmaditas” en el rostro, que luego de ocho meses de relación se convirtieron en “moretones” en los brazos, a causa de los apretones que el propiciaba en momentos de enojo. Para Fernanda tras poner fin al vínculo con el victimario, “el daño aún es visible”, se refleja en su inseguridad y la negativa a entablar otro lazo afectivo.

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