Carlos Horta/SIPSE
BACALAR, Q. Roo.- La denominación como Pueblo Mágico trajo a Bacalar una importante bonanza, según la percepción generalizada entre prestadores de servicios y el propio presidente del comité, Prudencio Alcocer Balam. 

Sin embargo, estudios a nivel nacional indican que el proyecto en general ha carecido de un impacto significativo para la economía de las comunidades de la región, e incluso se habla de tráfico de influencias y corrupción a la hora de aplicar el recurso económico correspondiente.

Bacalar se integró al programa Pueblo Mágico en 2006, cuando el ahora municipio autónomo formaba parte de Othón P. Blanco.

Las primeras tres etapas de inversión en infraestructura no tuvieron participación de los bacalarenses y la afluencia de turismo extranjero, particularmente “mochileros”, en busca del entorno natural, se hizo notorio a partir de la promoción realizada a través de agencias de viajes de Playa del Carmen y Cancún.

El nivel de gasto mostrado por este segmento del turismo no resultó ser tan importante para la economía local.

De acuerdo con Alcocer Balam, el verdadero impacto se comenzó a sentir a partir de la cuarta etapa del programa Pueblos Mágicos, cuando Bacalar pasó a ser el décimo municipio del estado, y pasó también a otro nivel en el contexto nacional, pues sectores como el restaurantero y hotelero prácticamente duplicaron su oferta.

Esta dinámica económica propició igualmente un importante incremente en el rubro de empleos, evitando incluso la migración de lugareños hacia otras ciudades más grandes en busca de oportunidades, particularmente en la rama de la construcción y prestación de servicios. Muchos cruzaron la frontera norte de México en busca del “sueño americano”, principalmente los integrantes de familias numerosas.