Me capacité pero los doctores dicen que ya no puedo: partera

Leonarda, de 79 años, ve con tristeza como descienden las oportunidades para quienes practican esta labor.

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Leonardo, de 79 años, ha asistido a las capacitaciones que otorga la Sesa pero debido a su edad ya no se le permite atender alumbramientos. (Adrián Barreto/SIPSE)
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Adrián Barreto/SIPSE
PLAYA DEL CARMEN, Q. Roo.- Durante 29 años Leonarda Kumul Canché se dedicó a traer niños al mundo, tantos que perdió la cuenta. Pero ya no. Desde hace tres años dejó de ser partera, una actividad que María Pérez Domínguez y su hija Liliana de 18 de edad se han esforzado de mantener, pese a la escasez de trabajo y a las regulaciones del sector salud que cada día las desplaza más.

Leonarda de 79 años, obtuvo en 2010 la última de varias constancias del Programa de Parteras Tradicionales de la Secretaría de Salud (Sesa) que tiene el objetivo de disminuir la mortalidad materna y perinatal, pero debido a su edad y a que no escribe español, aunque lo habla, se le ha prohibido atender alumbramientos, pese a que tiene la autorización para “sobar” a mujeres embarazadas.

“Yo me siento en condiciones de hacer mi labor. Me capacié pero los doctores dicen no, que no puedo, pero tampoco sé escribir y leer español, entonces no me dejaron, y ya no puedo”, describe la oriunda de Chemax, Yucatán.

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Ahora el Programa de Salud Materna de la Sesa exige una serie de requisitos, entre ellos acudir cada mes a las juntas y capacitaciones que se hacen en el hospital estatal de Cancún, pues en Playa del Carmen se retiró este programa.

Trajo a sus hijos al mundo sin ayuda

Hasta allá viaja María con su hija Liliana, su asistente, figura a la que todas las parteras están obligadas. La chiapaneca de 68 años inició su oficio luego de que ella dio a luz a sus 12 hijos por sí sola, sin doctores, medicinas y sin parteras.

“Tuve 12 hijos y yo me atendí solita, yo sola. Sin medicinas. Solo un té de manzanilla, té de hierbabuena, un chorro de licor y ya. El té calienta mucho. Listo tijeras, listo pañal, toallas y ya. Sale y lo acuesto en mi cama y ya estuvo a descansar”, recuerda la mujer.

Después de que nació su último hijo, hace 15 años, comenzó a asistir a otras embarazadas, y también ingresó al Programa de Parteras Tradicionales a finales del siglo pasado.

“Fui a aprender con un doctor hace muchos años, era un médico del municipio, era en los tiempos de Miguel Ramón (Martín Azueta, ex presidente municipal). Esa vez íbamos como 20 parteras, pero ahora ya no hay, se están acabando”, lamenta.

Registro de parteras

Aunque ella ha visto salir a muchas del programa como a Leonarda, aún forma parte de las 40 que la Jurisdicción Sanitaria 2 tiene registradas.

Jorge Gutiérrez Contreras, titular de la oficina, explica el por qué hay un control mayor de ellas:

“Primero es porque se tienen que capacitar, y segundo porque así validamos que hay un proceso de atención durante todo el embarazo, y solo así podemos dar el certificado de Nacido Vivo, pero además garantizamos que la embarazada se vincule con el sector salud para las vacunas del sarampión, rubiola y tétanos”.

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En las juntas que se hacen mensuales en Cancún, se les enseñan los signos de alarma en una embarazada (sangrados, dolores), se les otorga un maletín con material básico como cintas médicas para medir que las semanas de embarazo vayan de acuerdo al tamaño aproximado del bebé.

También se les da material para auscultar el latido cardiaco, entre 120 y 160 latidos por minuto es la normalidad y si hay variaciones tienen que avisar, también se les da un baumanómetro para medir presión arterial y si está irregular deben reportarlo.

“Tenemos que ir cada mes a las pláticas, pero si dejas de ir te sacan. Tenemos muchas pláticas y no sé por qué si ya sabemos. Ya sabemos cómo va bien o si no”, asegura María.

Su hija Liliana también acude con ella. Para ella ser partera es un proyecto de vida pese a que ya no atienden muchos partos. En lo que va de este año han tenido solo un parto; hasta hace dos años María llegaba a tener cuatro en un mes.

“Hay personas que me buscan pero como tienen seguro social deben estar ahí. Sí puedo atender partos, pero no hay. Cobro dos mil pesos, pero yo voy a estar una semana posterior al parto para lavar y sobar a la señora y a bañar a los niños. Cuando el bebé ya está bien del ombligo y todo pues ya estuvo”, enumera María sus labores.

Parteras, apoyo al sector salud

Sin embargo, Jorge Gutiérrez dice que las parteras siguen siendo un apoyo para el sector salud, incluso por su edad, como sucedió con Leonarda.

Hay semanas que regularmente se tiene un censo de 10 pacientes embarazadas con ellas; hay parteras que tienen hasta 40 pacientes en su censo, y se les pregunta sobre las vacunas, el ácido fólico o en qué etapa van de su embarazo. 

“Algunas por su edad no atienden partos, pero es valioso el vínculo porque hacen de consejería, ellas les hacen sobadas, pero no hacen el parto, porque convencen a la paciente de que acudan al hospital”, dice el galeno.

Lonarda vive aún de sus conocimientos. Afuera de su casa en la avenida 35 casi con 28 hay un letrero que dice “Se soba embarazada, bebé y huesos, etc(sic)”. No cobra lo que María, pero a las embarazadas les cobra 50 pesos la sesión.

Las tres parteras están conscientes que se debe estar preparada por si hay alguna complicación, y aunque la Sesa tiene registros de muertes y de afectaciones motrices a los que nacen provocadas por hipoxia, a María y Leonarda siempre llevaron a buen puerto a sus pacientes.

María recuerda un caso: “según los doctores si una mujer es estrecha le hacen la cesárea. Yo he atendido un parto que era el segundo bebé. El primero lo tuvo por cesárea y ahora viene conmigo y con el ejercicio de parto que hicimos cuatro días se pudo nacer. Los gabachos nos dicen que si no baja la llevemos a caminar, y eso hicimos, le llevé y luego venimos y cuando llegamos ya estaba listo el bebé y nació su segundo bebé de manera natural”.

Y pese al control gubernamental, Liliana tiene aún un escenario que no es del todo oscuro para ejercer su oficio de partera.

El doctor Jorge Gutiérrez dice que aunque las mujeres embarazadas se atiendan con parteras, deben tener un seguimiento en el sistema de salud.

“Estar con las parteras es un control prenatal, porque si hay una recomendación del ginecólogo de que el bebé tiene un tamaño normal, que no tengan el hilo amarrado en el cuello, y si disminuye el riesgo con el seguimiento que le hacen las parteras cuando reportan con nosotros, entonces no hay problema”.

La única prohibición total que lamenta María es que si una embarazada que tenga una complicación en la calle o esté a punto de parir, las parteras no la pueden tocar, eso significaría tener problemas legales que les podrían llevar a la cárcel.

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