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Los hoteles invierten miles de pesos en mantenimiento de colchones. (Tomás Álvarez/SIPSE)
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Amaury Rodríguez/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- La distribución del gasto anual que implica mantener en condiciones óptimas un colchón, donde en una semana pueden llegar a dormir personas de diferentes continentes, es de 20 mil pesos para la eliminación de los ácaros de polvo (animales microscópicos) y 25 mil pesos para los protectores de los colchones, por cada 100 colchones.

“Un colchón de un hotel dura cinco años si no salió bueno y no se le tuvo el cuidado correcto, 10 años si se hicieron todas las medidas de limpieza que un hotel de alta categoría tiene estandarizadas, entonces concluyo que ocho años es la vida en promedio de un colchón de nuestra cadena”, dijo Mirna Pech Yama, jefa del departamento de ama de llaves del Hotel Royal Sands.

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Con más de 15 años de experiencia en dicho hotel, Pech Yama asegura que no toda la competencia está abierta a hablar de cómo cuidan los colchones porque “el tener un plus en la limpieza de los colchones no te da o quita las estrellas de un hotel. Nosotros llevamos nueve años con el servicio de limpieza en seco sobre los colchones porque mojarlos implica que los ácaros se reproduzcan”.

La tercera parte de nuestras vidas la pasamos en un colchón y cada seis meses un millón de ácaros de polvo proliferan sin que nos demos cuenta, opinó Juan Manuel González Arellano, director comercial de Clean Work Orange.

Alrededor del 18% de los hoteles de la Riviera Maya y de Cancún, según los cálculos de González Arellano, procuran la limpieza de los colchones con rayos ultravioleta sin filtro UV-C germicida que desactiva el ADN de las bacterias, virus y otros agentes patógenos, lo cual elimina su capacidad de multiplicarse y causar enfermedades.

“La luz UV-C daña el ácido nucleído de los microorganismos formando enlaces covalentes entre ciertas bases adyacentes dentro del ADN. La formación de dichos enlaces impide que el ADN se duplique, de tal manera que el organismo es incapaz de reproducirse y cuando lo intenta, muere. Todo el proceso es inofensivo para el ser humano, para los animales domésticos, para el material del colchón y para el medio ambiente”, explicó González Arellano.

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