Del recurso al producto (2/2)

Ya no podemos concebir el futuro de la actividad turística del centro y sur de Quintana Roo...

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Ya no podemos concebir el futuro de la actividad turística del centro y sur de Quintana Roo como algo que se debe dar por arte de magia, sólo por el innegable hecho de que poseemos notables bellezas naturales –en nuestro caso más con perfil ecológico y de aventura– y, sobre todo, extraordinarias riquezas arqueológicas e históricas. Ni siquiera se trata de promoción, según nos dijo la secretaria de Turismo de Quintana Roo Marisol Vanegas Pérez en una charla previa al Tianguis Turístico de México que se lleva a cabo en Acapulco.

La innovación de la que hablábamos en la entrega previa se funda en las mismas riquezas, en la innegable existencia de los recursos referidos pero que no basta por sí sola para lograr el impulso turístico deseado. Lo que se requiere, en términos de mercado, es contar con productos, que a su vez necesitan de valores agregados –de ponerse “en valor”, dirían los mercadólogos– para sustentarse como tales.

La realidad es que hoy no contamos, verbigracia, con la conectividad de comunicaciones y la capacitación de los prestadores de servicios y los trabajadores de las zonas a desarrollar, por lo que no tenemos en realidad un producto que ofrecer a los mercados nacionales e internacionales.

Las empresas turísticas del centro y del sur, bajo los criterios de la demanda real, no tienen la calidad necesaria ni las certificaciones que se exigen, como las “H” en el caso de alimentos y bebidas, por innegable que sea la riqueza y profunda raigambre cultural de nuestra gastronomía. Tener eso –nos explicó Marisol Vanegas– es indispensable para cubrir las necesidades de un producto correcto.

La titular de la cartera turística en el estado ejemplifica con uno de los principales productos de la zona centro-sur, que es el histórico y el de la Guerra de Castas. Los atractivos cuentan, en una escala objetiva, con clasificaciones dos o uno, que son de las más altas, por sus componentes histórico, patrimonial, físico y cultural vivo, pero no hay condiciones para colocarlos en el mercado: falta señalización adecuada, la capacitación apenas se está comenzando pero, sobre todo, no se cuenta con el nivel de organización requerido para los prestadores de servicios.

La solución –y en esto consiste la innovación que se presentó hace una semanas en Berlín, y ahora se expone en Acapulco– son los circuitos turísticos, ofrecidos por grupos de empresas en los que se eleva la calidad de manera grupal aprovechando experiencias exitosas de otras latitudes.

Lo que el gobernador Carlos Joaquín González ofreció como una oferta turística unificada e incluyente de Quintana Roo no sólo es de manifiestas intenciones de desarrollar el turismo en el centro y sur del estado, tan rezagado como está con respecto a los destinos del norte, sino de aplicar estrategias que realmente permitan poner en el mercado productos vendibles.

Ya es tiempo de convertir los buenos propósitos en realidades.

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