Democracia en riesgo

El #RussiaGate destapó más que las conexiones rusas en la elección de Estados Unidos...

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El #RussiaGate destapó más que las conexiones rusas en la elección de Estados Unidos, también la manipulación a la que podemos ser objeto sin siquiera recelar. Vamos, los rusos han hecho de las #FakeNews un arte del encantamiento.

Una de las formas más simples con las que los rusos y sus bots lograron dirigir a los usuarios de redes sociales es con las analogías que mueven al público (al menos en EU): difundieron imágenes y notas sencillas en las que mostraban a @HillaryClinton como un agente del demonio, y a @realDonaldTrump como paladín de los valores cristiano-fundamentalistas que predominan en los estados del centro de ese país. Para nosotros suena bastante tonto, pero la estrategia funcionó e información similar se viralizó donde debía, socavando la imagen de la candidata al grado de influir en el votante.

Acá vemos no sólo el daño que crea la manipulación per sé y el socavón en la imagen de la política, sino el peligro de la desinformación en general pues el lector de una #FakeNews difícilmente se dará cuenta de ello, interesándose por todas las noticias sensacionalistas que encuentre en la red gracias al algoritmo de las aplicaciones de redes sociales que le mostrarán el contenido similar a sus gustos de consumo.

Literalmente, el destape del #RussiaGate es un riesgo mayúsculo para la democracia dentro y fuera de línea, dentro y fuera de las fronteras de Estados Unidos. Desafortunadamente, los medios de comunicación masiva (al menos en México) parecen no darse cuenta del peligroso trasfondo y se contentan con publicar sólo lo necesario: aquello que pueda dañar al villano de villanos @realDonaldTrump.

La cuestión, nuevamente, son los usuarios y nuestra falta de capacidad para la autocrítica y comprensión. Desde los titulares sensacionales y los prejuicios, pasando por nuestra necesidad de sentirnos parte de las grandes revelaciones de redes sociales, somos carnada fácil para las mentes detrás de la manipulación mediática digital, y lo peor, es que nos sentimos orgullos de ello: en cada retweet abonamos a la difusión de las noticias falsas, pues nos enganchamos con el pequeño texto y no leemos, vamos, ni siquiera abrimos el “link”, con lo que sería suficiente para darse cuenta de que el sitio web al que nos dirige la #FakeNews es más falso que el caso #FridaSofía.

Adaptarse… y “dislike”

Twitter dio el batacazo y ahora todos los usuarios disponen de 280 caracteres, provocando no poco rechazo por quitarle la magia de la síntesis a la red social pionera en la difusión de información, pues siendo sinceros, no fue Facebook sino la red del pajarito la que inició el “boom” de los medios digitales, en gran parte, por forzar a los usuarios a resumir las notas en 140 caracteres.

De hecho, muchos de los #xennials y #millennials que entramos en el periodismo digital lo hicimos en gran parte por el encanto de los mensajes cortos para difundir grandes ideas; al arte de saber decir en 140 caracteres (o menos, por el link) la esencia de la información. Ahora, con el doble, se dispone del pretexto perfecto para colocar paja y consignas en los tweets, lo que motivará (casi lo estamos viendo ya) que la información se diluya con tal de llenar las 280 casillas.

En fin. Entre que los tiempos cambian y las nuevas generaciones digitales parecen no tener capacidad de comprensión más allá de una foto de comida en Instagram, hay que adaptarse a la realidad, aunque sinceramente, a esta idea de Twitter no le daremos “me gusta”.

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